Icono del sitio Vidas Insuperables

3 de cada 10 ictus son atribuibles a la contaminación del aire

Según la Sociedad Española de Neurología, reducir la polución ambiental ayudaría a frenar el aumento de casos de enfermedades cerebrovasculares y neurodegenerativas. La exposición a tóxicos se ha relacionado con un mayor riesgo de padecer Parkinson o Alzheimer.

Que la contaminación ambiental es un problema de salud más que palpable para los urbanistas en lo concerniente a las enfermedades respiratorias, es algo que casi todos podemos confirmar con algún amigo, familiar o en nuestras propias carnes.

Sin embargo, lo que hoy ya sabemos también, gracias a un estudio de la Sociedad Española de Neurología, que la contaminación ambiental podría desempeñar un papel relevante en la propensión al ictus o en el desarrollo de ciertas enfermedades cerebrales como el autismo o trastornos por déficit de atención, así como influir en el proceso de maduración cerebral o en el desarrollo cognitivo de los niños.

El 22% de los trabajadores europeos inhalan humos y vapores durante una cuarta parte de su vida laboral, principal vía de absorción de sustancias neurotóxicas. Todo ello, incide en un impacto negativo que la contaminación del aire tiene en la salud cerebral.

Estimaciones recientes señalan que anualmente se producen más de 9 millones de muertes atribuibles al aire contaminado, que cada año causa más de tres millones de muertes prematuras en el mundo -27.000 de ellas en España- y que al menos el 90% de la población respira aire con niveles superiores a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, principalmente debido a la contaminación del tráfico. Unas cifras que según ha dado a conocer la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), podrían duplicarse o incluso triplicarse en el año 2060 si se mantienen las tendencias actuales.

“Los efectos que tiene la contaminación ambiental en la salud son numerosos y en ningún caso los podemos reducir a la salud pulmonar. En los últimos años son muchos los estudios que han encontrado evidencias significativas sobre cómo la contaminación del aire afecta a cerebro y cómo está dañando la salud neurológica de la población”, señala el doctor Juan Carlos Portilla, vocal de la Sociedad Española de Neurología.

Según él, “las partículas contaminantes que entran en nuestro cuerpo, principalmente a través del sistema respiratorio y digestivo, llegan al cerebro a través de torrente sanguíneo y la lista de efectos negativos que pueden generar en nuestra salud neurológica es amplia: desde diversos problemas vasculares que afectan a nuestro cerebro hasta estrés oxidativo, respuestas inflamatorias, deterioro de los mecanismos de protección de la barrera hematoencefálica o daños en las células cerebrales o en el material genético, que no solo producen enfermedades neurológicas sino que también envejecen nuestro cerebro”.

Incidencia en el desarrollo de los niños

Un reciente estudio llevado a cabo por el Global Burden of Disease señala que hasta el 30% de los ictus que se producen cada año son atribuibles a los contaminantes del aire. Y, aunque aún se tienen que realizar más estudios al respecto, son muchas las investigaciones que ya sugieren que la contaminación podría desempeñar un papel relevante en el desarrollo de ciertas enfermedades cerebrales como autismo, trastornos por déficit de atención, demencias, Parkinson, cefaleas o que influyen de manera negativa en el proceso de maduración cerebral o en el desarrollo cognitivo de los niños.

“En los últimos años cada vez son más las sospechas de la comunidad científica sobre el papel que la contaminación del aire desempeña en un gran número de síndromes y enfermedades neurológicas. Llevar a cabo estrategias efectivas de política ambiental y de salud dirigidas a reducir la contaminación del aire podría ayudar a prevenir numerosos trastornos neurológicos graves y comunes”, destaca el doctor Jesús Porta Etesam, Director de la Fundación del Cerebro.

“Además, actualmente ya se sabe que el aire contaminado es un factor de riesgo importante para las enfermedades cerebrovasculares, así como para los trastornos neurodegenerativos. Teniendo en cuenta, que son las principales causas de mortalidad en nuestro país y que en España cada año aumentan el número de personas afectadas por una enfermedad neurológica creemos que es urgente realizar cambios que eviten que la población se vea tan expuesta a la contaminación”, agrega.

Productos químicos en el trabajo

Pero no solo la contaminación del aire es un factor de riesgo para las enfermedades neurológicas. La SEN ya advirtió en 2012 de la alta neurotoxicidad de ciertos productos químicos a los que se ven expuestos los españoles en su puesto de trabajo. Se estima que el 17,6% del total de los trabajadores españoles manipula contaminantes químicos.

“La exposición a neurotóxicos afecta a los procesos celulares que intervienen en el transporte de membrana y a las reacciones intracelulares, interfiriendo en la neurotransmisión. Además, también pueden atravesar la barrera hematoencefálica, afectando directamente al sistema nervioso”, explica Juan Carlos Portilla.

“Y las consecuencias pueden ser muy graves: la exposición a pesticidas se asocia a un mayor riesgo padecer Parkinson y Alzheimer; los disolventes pueden ocasionar síntomas neuropsiquiátricos o incluso daño neuronal; se ha descrito parkinsonismo por alta exposición al manganeso y al plomo; y la exposición a metales participa en la formación de placas seniles y en la muerte neuronal; etc.”, concluye.

Salir de la versión móvil