Las enfermedades alérgicas pueden llegar a afectar a 1 de cada 4 españoles. El farmacéutico comunitario tiene un amplio campo de actuación ante las alergias: educación sanitaria, optimización de los tratamientos, o contribución al diagnóstico precoz.
Este mes de julio, como cada año, se ha celebrado el Día Mundial de la Alergia, impulsado por la Organización Mundial de la Alergia. Según este organismo, hasta el 20% de la población mundial sufre alguna alergia. La alergia es un proceso con alteraciones físicas del organismo cuando el sistema inmunitario reacciona, de forma exagerada, al entrar en contacto con ciertas sustancias –alérgenos– que se encuentran en el ambiente (polvo, ácaros, animales, plantas, ciertos alimentos, picaduras de insectos y algunos fármacos). Su variabilidad clínica puede afectar tanto al sistema digestivo, como al sistema respiratorio, a la piel o tener una presentación multiorgánica, con grandes diferencias entre pacientes.
Estamos ante una auténtica epidemia silenciosa en los países desarrollados. Hasta 1 de cada 4 personas podría desarrollar una enfermedad alérgica en España. Diversos factores, entre los que se han postulado los mayores niveles de contaminación ambiental o los hábitos higiénicos, están haciendo que los casos de alergia sean cada vez más prevalentes en la sociedad actual.
Aun así, aunque es difícil de controlar, algunas medidas preventivas dirigidas a minimizar la exposición a las sustancias alérgenas (por ejemplo, hábitos higiénicos, modificaciones dietéticas o evitar actividades al aire libre en horas de máxima polinización) permiten, junto con el tratamiento farmacológico, un mejor control de la patología y la aparición de complicaciones. Además, conviene subrayar que la alergia, en algunas de sus formas clínicas, se ha considerado un factor de riesgo para padecer mayor gravedad de la COVID-19.
En todo caso, existe un importante arsenal terapéutico cuya utilización dependerá del origen de la alergia, de las partes del cuerpo a las que afecte, y de las manifestaciones o síntomas que produzca. Así, se dispone de los antihistamínicos, los corticosteroides, los descongestivos nasales, o la adrenalina, indicada esta última para la anafilaxia o las crisis más agudas de asma.
Sanitario imprescindible
En ese contexto, según el Consejo General de Colegios Farmacéuticos, el farmacéutico es un sanitario imprescindible en el abordaje de las enfermedades alérgicas, puesto que son procesos crónicos que afectan a la calidad de vida de los pacientes, tanto a nivel físico como psíquico, condicionando su actividad diaria. “Así, los farmacéuticos que ejercen como analistas clínicos son fundamentales para el diagnóstico de las patologías alérgicas, mientras que el farmacéutico hospitalario tiene un activo papel cuando hay que administrar medicamentos biológicos o determinados medicamentos indicados en la alergia al veneno de los insectos, de dispensación hospitalaria en ambos casos”.
Por su parte, para esta institución, “el farmacéutico comunitario tiene un amplio campo de actuación asistencial en todo lo referido a las alergias. Así, la educación sanitaria, proporcionando información fiable, rigurosa y personalizada, puede contribuir a que el paciente conozca su patología y adopte conductas preventivas que contribuyan a controlar la enfermedad, como evitar o reducir la exposición al alérgeno u otras medidas extrafarmacológicas, como el uso de mascarillas”.
“Simultáneamente, puede favorecer un diagnóstico precoz por diferentes vías. Una de ellas es cuando un mismo paciente demanda reiteradamente medicamentos no sujetos a receta para el alivio de determinados síntomas respiratorios, situación en la recomendará acudir al médico de atención primaria. También, como sanitario especialista en medicamentos, puede actuar como agente centinela ante las reacciones adversas que estos puedan provocar, o hacer seguimiento para detectar cuándo el tratamiento farmacoterapéutico puede agravar el estado de salud o agudizar la enfermedad. Por último, el farmacéutico puede fomentar la adherencia y la confianza en los fármacos administrados, advirtiendo de las consecuencias de interrumpir los tratamientos que pueden ir desde una disminución de la calidad de vida hasta complicaciones que deriven en ingresos hospitalarios”, añaden desde el Consejo.
Alergia y farmacoterapia
En este sentido, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos ha publicado el informe La alergia y su farmacoterapia. Se trata de una revisión monográfica sobre la alergia en su amplio concepto, que aborda el conocimiento sobre su etiopatogenia; aspectos clínicos y epidemiológicos; distintas opciones farmacológicas disponibles para su tratamiento y prevención; y, por supuesto, el papel asistencial que el profesional farmacéutico puede desarrollar para con los pacientes con alergias y la población general.