La carencia de herramientas o conocimientos del mundo digital se ha agravado en estos meses en el caso de los estudiantes con discapacidad auditiva, según AG Bell International.
La crisis de la pandemia de coronavirus está afectando especialmente a las personas con problemas de audición. El confinamiento, la desescalada y la paralización de la vida económica y social motivados por el Covid-19 está motivando un aumento de la brecha digital, según decir los expertos, sobre todo entre los niños y los mayores.
La carencia de herramientas o conocimientos del mundo digital ahondan las diferencias. Esta brecha es aún más grave en el caso de los estudiantes con discapacidad auditiva, señalan los especialistas.
«La accesibilidad, que es un derecho, en estos difíciles momentos no es ni mucho menos total. En materia educativa, por ejemplo, no todos los materiales audiovisuales son accesibles: les falta el subtitulado», explica Carmen Abascal, directora de AG Bell International, que reclama medidas para que las personas con sordera e hipoacusia pueden tener acceso a la información en los medios, en el sistema sanitario y en el educativo.
En secundaria los problemas crecen: menos de la mitad de los estudiantes en España usan el ordenador con fines educativos, un 40% de los jóvenes solo tiene habilidades digitales básicas y un 16% no tiene ninguna competencia informática.
Y en la enseñanza superior, la Conferencia de Rectores (CRUE) estima que el 3% de los universitarios de nuestro país tienen problemas técnicos para seguir las clases online. Además, a fin de que los sistemas telemáticos de algunas universidades no se colapsen, han tenido que ajustar sus programaciones a los medios disponibles (actividades no sincrónicas, no impartir clases, etc.)
La situación empeora todavía más con nuestros mayores: un 41% de las personas con edades entre los 65 y los 74 años no dispone ni de una sola competencia informática, según datos del INE. Precisamente en unos tiempos en que se precisa sobremanera la comunicación mediante dispositivos electrónicos. La telemedicina ha aumentado, pero nuestros mayores no están en disposición de acceder a la información, situación que se agrava entre las personas con discapacidad auditiva.
Actividades auditivamente complejas
Estas desigualdades sistémicas se están agrandando. Según Carmen Abascal, «no todos los hogares tienen acceso a internet y muchos, que si lo han tenido, es el primer gasto que han suprimido. Además, en el caso de los alumnos con discapacidad auditiva, aun teniendo acceso a la tecnología, las actividades mediante audios o videollamadas resultan auditivamente especialmente complejas. Si además se suman circunstancias socioeconómicas y familiares difíciles, la situación es complicada». Al respecto, según el Ministerio de Educación se cifra en un 12% los alumnos con los que sus profesores no han podido contactar durante el periodo de confinamiento. Un impacto que pudiera ser mayor en el caso de los estudiantes con discapacidad auditiva.