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Embajadores de la diversidad

Cinco trabajadores ponen rostro a un proyecto social pionero de FCC en el sector de la construcción. Uno de ellos, Gustavo García, padre de un niño con Trastorno del Espectro Autista, cuenta a Vidas Insuperables su historia.

Gustavo, Ruth, Guillermo, Nuria y Fátima son empleados del Área de Construcción de FCC pero, además, tienen un nexo de vida que les ha convertido en embajadores de una iniciativa pionera en este sector, desarrollada por esta firma de la mano de la Fundación Adecco.

Los cinco son la cara visible de La Diversidad Suma, una estrategia de inclusión que ha impregnado toda la cadena humana de FCC, con el objetivo de crear modelos empresariales inclusivos.

Todos ellos conocen la discapacidad de cerca, aunque cada uno de manera diferente, al igual que uno de los rostros de la campaña, Pablo Pineda, consultor en diversidad de la Fundación Adecco y primer universitario europeo con síndrome de Down

Gustavo García es uno de los 5 embajadores de La Diversidad Suma, que tiene su escaparate en una página web,  En Positivo, que recoge toda la esencia de esta iniciativa.

El rol de los embajadores

“Hay tres embajadores que demuestran que a pesar de tener una discapacidad son uno más en la empresa y que aportan una gran cantidad de valores al resto de compañeros. Además, hay una embajadora que tiene personas con discapacidad a su cargo y transmite su experiencia, poniendo el valor ante los empleados que estas personas son tan válidas como el resto”, comenta Gustavo en el programa de radio de Vidas Insuperables, que cada lunes se emite en Gestiona Radio, a las 20.30 horas.

“En mi caso, me eligieron para ser embajador como representante del Plan Familia. Somos padres que tenemos a personas con discapacidad dentro de la familia. FCC nos ayuda a través de programas para que mi hijo mejore y sea uno más dentro de esta sociedad”, apunta.

En concreto, Gustavo es responsable de administración en los servicios centrales de FCC Construcción. Desde hace 23 años trabaja en esta empresa y, como él mismo describe, su trabajo consiste en facilitar el día a día a muchos compañeros que necesitan su ayuda.

Es padre de dos niños, Daniel y Adrián. Daniel, de 14 años, tiene Trastorno  Espectro Autista (TEA), circunstancia que jamás le ha impedido ser como cualquier otro niño de su edad.

“Aunque no es una situación que buscas, una vez llega a tu vida, hay que tratar de verla de la mejor manera posible. En nuestro caso, mi hijo tiene unas capacidades diferentes, ante lo cual lo que hay que hacer es trabajar. Mientras más lo haces, más recompensas tienes y, al final, ves que la vida sigue adelante y que todos podemos ser felices”, explica Gustavo.

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Afrontarlo sin miedo y en positivo

Desde su experiencia, cuando a cualquier familia le surge una situación imprevista de este tipo, “debe normalizarla. No hay que tener miedo a afrontarla. Cada mañana me levanto pensando que mi hijo va aprender cosas nuevas, que va a tener nuevos amigos y que va a participar de todo aquello que hacen los demás”.

Daniel va a un colegio de inclusión. Se siente querido y arropado. Su hermano le trata con normalidad. “No sé qué será de su vida de adulto, pero estoy convencido de que será feliz, porque ha aprendido unos valores positivos”, añade.

En su opinión, la palabra positivo es un vocablo que debe usarse más en nuestra sociedad para “mejorarla día a día”. Al respecto, Gustavo recuerda que FCC Construcción lleva más de 10 años trabajando en la normalización, inclusión e integración de sus empleados.

Esta iniciativa ha tenido una gran acogida dentro de la plantilla de FCC Construcciones, unas 4.000 personas. “Es una apuesta por las personas que se lleva trabajando desde hace 10 años. Personalmente, me enorgullece que la empresa en la que estoy haya roto moldes en este ámbito y que, pese a la crisis, siguiera creyendo en la inclusión social de las personas”, concluye.

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