Tras diez años trabajando en una farmacia de Ávila capital, Marta Terciado decidió emprender una aventura personal y profesional en el pueblo de Velayos, donde ejerce su profesión en una farmacia rural. Vidas Insuperables les cuenta la trascendencia social del farmacéutico lejos de la gran ciudad.
Dispensan y asesoran sobre medicamentos, pero también son consejeros, amigos y hasta conductores. Los farmacéuticos son una pieza fundamental en el engranaje social del ámbito rural, donde traspasan su rol profesional para convertirse en un referente imprescindible del día a día de los pueblos.
Marta Terciado es una de esas aventureras que decidió convertir su profesión de farmacéutica en un foco que irradia empatía, proximidad y cariño hacia sus clientes.
Su interés por la química y sus referencias familiares llevaron a Marta a estudiar farmacia. En su familia son cinco hermanos y su hermana mayor ya había estudiado esta carrera. Una circunstancia que, en parte, dirigió su camino por la farmacología.
Pero tras unos años, le rondaba la idea de tener su propio negocio, así que aprovechó la oportunidad y cuando tuvo la oportunidad adquirió una pequeña farmacia en Velayos, a unos 26 kilómetros de la ciudad amurallada.
Tras catorce años trabajando allí, asegura que le encantó el cambio. “Tener algo mío, aunque fuera una farmacia muy pequeñita, me hacía mucha ilusión. La primera vez que abres un negocio, es como que tú lo controlas todo y aunque trabajas sola, tienes mucha libertad para hacer las cosas a tu manera”.
No hay tiempo para aburrirse
Al llevar tantos años ejerciendo en una farmacia de ciudad, pensó que iba a tener tiempo incluso de “aburrirse” en una farmacia rural. Sin embargo, se dio cuenta de que ocurría todo lo contrario, dado que en este tipo de establecimiento te has de encargar de todas las cosas. “Aunque la clientela sea menor, debes realizar otros trabajos que antes no hacía”.
El centro de salud del pueblo está abierto durante una hora y media aproximadamente y no abre todos los días, por lo que la labor de Marta va mucho más allá de dispensar los medicamentos.
“Tengo buena relación con el médico y con el enfermero, y desde la farmacia también me encargo un poco de solucionar los problemas de los pacientes. Como la gente es muy mayor en estas zonas rurales, hay que intentar facilitar al máximo las cosas”.
Asegura que tiene una farmacia cómoda, ya que tiene un buen turno de trabajo y además, al estar cerca de la capital, no tiene que hacer guardias porque los servicios de urgencia están allí. Sin embargo, explica que su tarea requiere una gran implicación y, en gran parte, es vocacional.
Una función social
“Hacemos una labor social. Si quieres abrir una farmacia rural tienes que tener en cuenta que hay una parte por la que tienes que sentir vocación. Muchas veces por solucionar los problemas de la gente, echas más horas o haces otras cosas que no tienen nada que ver con la farmacia, como llevar a la gente en coche a la ciudad. Pero a mí este trabajo me llena bastante y lo hago encantada”.
“La gente del pueblo se siente más segura con una farmacia abierta. La mayoría son personas mayores, pero también hay una pequeña parte de la población que es joven y que tiene niños, y ambos grupos sienten que tienen un respaldo. Hay personas a las que incluso les doy mi número de teléfono y me hacen consultas. Si no fuera por las farmacias, en estos pueblos algunas personas no podrían vivir. Hay personas polimedicadas que necesitan mucha atención”, continúa.
“Una farmacia que marca”
Gracias a su trabajo, Marta ha sido la protagonista de uno de los capítulos de “Una farmacia que marca”, una iniciativa de Marca España y el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, con el apoyo del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
“Hay farmacias más pequeñas incluso que la mía, y lo que se pretende reflejar en el video es que en España, estés donde estés, ya sea un pueblo de Castilla la Mancha o en la Puerta del Sol de Madrid, el paciente cuenta con los mismos servicios: acceso al medicamento con el mismo precio, un profesional al que le puede consultar, la tecnología, etc. Estamos a punto de conectar todas las farmacias con la tarjeta electrónica, y todos vamos juntos en la misma dirección”.
El sistema farmacéutico español es un ejemplo para muchos países por su innovación, calidad y cercanía a la sociedad. Pionero en la implantación de la receta electrónica, facilita la conexión entre todos los puntos de la atención sanitaria. Además de la adquisición, custodia, conservación y dispensación, los farmacéuticos españoles también llevan a cabo diferentes actividades enfocadas a la prevención sanitaria.
“Tenemos la suerte de contar con una gran red de farmacias y estaría bien que estuviese mejor aprovechada. Nosotros también estamos en los pueblos y, si el objetivo es llegar a cuanta más gente mejor, se llegaría más lejos si se contase también con nosotros cuando se hacen programas de prevención o estudios”, reclama Terciado.
Centinelas de los medicamentos
Además de todo su trabajo, la farmacia de Marta forma parte del proyecto “Farmacias Centinelas”. “Todo el profesional sanitario tiene la obligación de notificar alguna reacción adversa a los medicamentos, pero las Farmacias Centinelas están más comprometidas con esta labor. Al formar parte de este proyecto también se hacen estudios puntuales, con cuestionarios y demás, que luego se publican en revistas científicas, lo que nos motiva bastante”.
Por su parte, El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos está llevando a cabo iniciativas de gran calado social, como combatir los falsos bulos en la Red sobre los medicamentos, o mejorar el abordaje del Párkinson, entre otras.