Toda una vida dedicada a las investigaciones científicas y desde hace 25 a las neuronas espejo. Con 80 años, el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti sigue analizando el comportamiento de estas neuronas que funcionan de la misma manera en todos los cerebros humanos. Fruto de este gran descubrimiento que actualmente se usa para terapias de rehabilitación relacionadas con el cerebro, recibió en 2011 junto a sus socios de investigación el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.
La pasada semana, con motivo de la inauguración del Centro de Difusión Cultural Elena Pessino de la Fundación Canis Majoris, Giacomo Rizzolatti estuvo en Madrid para ofrecer la lección inaugural de este espacio fundacional dedicado a la integración de personas con diversidad funcional en la sociedad a través de exposiciones culturales y conferencias científicas, según explicó a Vidas Insuperables el director de la Fundación Canis Majoris, el doctor Raúl Alelú.
En esta ocasión, este medio tuvo la oportunidad de mantener una entrevista con el científico italiano en la que explicó los avances recientes en la investigación que se están llevando a cabo con roedores, después de haber estudiado durante más de dos décadas al mono, al ser humano y los pájaros.
¿Cómo define usted las neuronas espejo?
Las neuronas espejo son unas neuronas específicas que en primer lugar son neuronas motoras. Las descubrimos mientras grabábamos a un mono agarrando determinadas cosas y veíamos cómo se activaban esas neuronas motoras que tenían sentido, porque el mono estaba haciendo un movimiento. Después analizamos cómo, cuando el humano que estaba en frente, al hacer el mismo movimiento, al mono también se le activaban las neuronas, que coincidían además con el objetivo que tenía ese movimiento. Eso nos llevó a pensar que tenemos un mecanismo que nos hace entender qué es lo que está haciendo el otro.
Hace 22 años que hizo este descubrimiento, ¿qué avances científicos han llevado a cabo en los últimos años?
Descubrimos las neuronas espejo en la corteza premotora de los monos, pero después hemos visto que están presentes en más sitios y en otros animales como en los pájaros, por ejemplo en el mecanismo por el que aprenden a cantar sería el mismo, además de en los humanos.
Hace dos semanas se publicó en la revista ‘Science’ los avances que hemos hecho con los roedores en los que hemos visto que se activan unas zonas en el hipocampo, que es lo que determina el espacio donde estamos, y cuando hacen una acción y lo ven. Por ende, llegamos a la conclusión de que entendemos por qué estamos sentados aquí porque se activan las mismas zonas neuronales cuando estamos sentados de la misma manera. Además, en humanos las neuronas espejo tienen un papel muy importante en la empatía.
Cuando comenzamos a investigar el tema de la empatía lo hicimos con la acción de vomitar, que parece algo muy raro pero en base a la teoría de Darwin es una de las emociones básicas, ya que es la emoción del asco. En este caso nos advierte, por ejemplo, si alguien se come algo y le da asco o vomita, de que no nos comamos eso también. Hemos descubierto una región en el cerebro que se llama ‘ínsula’ que se activa cuando la estimulamos, generando asco en esa persona. Hay algunos estímulos que funcionan muy bien y uno de los claros ejemplos es el de los huevos podridos.
Pero también vimos que hay un estímulo social. Si vemos una persona que le da asco algo, las mismas neuronas se activan en nuestro cerebro. Es decir, las neuronas que se activan en su cerebro para sentir asco también se activan al mismo tiempo en mi cerebro, consiguiendo unir a las personas que crean esa idea de colectivo. También ocurre lo mismo con el dolor y con la risa.
Es muy importante destacar que son las mismas neuronas las que se activan en nuestro cerebro y en el que tenemos en frente. No es que nosotros comprendamos que le está dando asco a la otra persona, sino que se activan las mismas zonas y por lo tanto nos encontramos en el mismo estado.
Ha venido a España para dar la lección inaugural del Centro Cultural Elena Pessino de la Fundación Canis Majoris, donde explicará la relación de las neuronas espejo con la empatía. ¿Qué mensaje quiere transmitir en la conferencia a los asistentes?
Hay dos mensajes principales. El primero es para los científicos, y es que el mecanismo por el que principalmente entendemos a los demás es de transmisión motor y que éste es muy sólido. Que si uno sabe cómo se ríe no podemos cambiarlo por condicionamientos.
Y el mensaje para el público en general es que este mecanismo nos permite decir que tú y yo somos iguales, por lo tanto es muy importante no destruir este mecanismo y no entorpecerlo que nos permitiría decir que el resto no es como yo, término que utilizaban los nazis. Esto no quiere decir en absoluto que la empatía quiera decir que eres bueno, simplemente que entiendes a la otra persona.
La empatía nos indica el estado emocional en el que estamos: si es feliz, si siente dolor, pero no si eres bueno o malo. No es como el Papa que cuando habla de empatía se refiere a ser buenos o malos.
Además de la química existente con la empatía, en los últimos años se ha investigado la relación entre las neuronas espejo, el autismo y la rehabilitación. ¿En qué punto nos encontramos?
Con el autismo nos enfrentamos a un problema muy grande porque tiene un espectro muy amplio. Evidentemente es una enfermedad que tiene una dificultad para entender el estado de los demás y nos puede ayudar muchísimo para el diagnóstico temprano. Antes había que esperar hasta cinco años y la rehabilitación ya era muy complicada. Ahora a los seis meses de edad podemos identificarlo. La gente que se dedica a la rehabilitación nos dice que funciona mucho mejor así, pero para un científico es realmente muy difícil.
Además en el amplio espectro de personas con autismo hay algunos muy inteligentes con los cuales es mucho más fácil trabajar y otros que tienen un cociente intelectual muy bajo para los cuales es muy difícil porque ni siquiera le importas.
En adultos sí que existe mucha esperanza, por ejemplo en personas que han sufrido un ictus. Ahora se están aplicando estímulos tridimensionales y realidad virtual que mejoran mucho con respecto a ver un simple vídeo en una pantalla. En Madrid ya se está llevando a cabo esta técnica.
Por último, ¿Es difícil investigar en la actualidad?
Probablemente depende de los países. En Italia hay muy poca financiación por parte del Estado, viene por parte de la Unión Europea o por fondos privados. Solamente en Lombardía, que es la zona más rica de Italia, han asignado partidas económicas para investigación recientemente. Y en Europa puedes conseguir una beca europea de cuatro o cinco años pero es muy competitivo el proceso.
Sin embargo normalmente a las personas les gusta colaborar. En nuestro caso los pacientes de cirugía están encantados de colaborar y los padres de niños autistas también quieren que trabajes con ellos.
Algo bueno que he de decir de los políticos es que la investigación que se hace con los epilépticos puede llegar a costar hasta 200.000 euros debido al alto coste de las resonancias magnéticas que hay que hacer y los electros. Por ello creo que es un regalo para el paciente y para los investigadores y que no todos los políticos son malos, sino que tienen unas circunstancias difíciles.