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Las puches, el dulce tradicional de Móstoles por el Día de Todos los Santos

Emilio Reyes, vecino natural de Móstoles, nos explica cómo se cocinan las puches, el tradicional postre que todas las casas realizaban para comer el Día de Todos los Santos.

Son muchas las personas que dicen ser de lo que antiguamente era el pueblo de Móstoles, pero la realidad es que a día de hoy son muy pocos los nacidos en aquel pueblo de 2.000 habitantes, hace casi 100 años, que pueden contar en primera persona cómo era Móstoles, sus gentes y sus tradiciones.

Uno de ellos es Emilio Reyes, mostoleño de generaciones y que a punto de cumplir los 95 años sigue realizando en su casa las famosas puches que ha visto elaborar a su madre y abuelas en el pasado. “Antiguamente todas las familias comían puches por el Día de Todos los Santos en Móstoles, era el dulce típico que se realizaba en todas las casas por estas fiestas”, asegura Emilio.

Las puches o gachas dulces, como se conoce en otras regiones de España, ha sido para los mostoleños un postre con fecha exacta, al igual que era la rosca de San Marcos el 25 de abril. Este plato, normalmente presentado en una fuente de la que pueden degustar todos los miembros de la familia, demuestra la humildad del pueblo convertido en gran ciudad.

Los ingredientes también ponen de manifiesto la sencillez de sus gentes: harina, azúcar, aceite, anís, canela, picatostes y cáscara de naranja que con un cocinado sencillo ofrece un resultado exquisito para el paladar.

La tradición no se perderá

Las puches de Emilio son uno de los platos esperados por su familia estos días y él sabe que la tradición no se perderá en un futuro ya que su hija, María del Carmen, le ayuda desde hace años a elaborar el dulce típico. “Yo he visto cómo las hacía mi abuela y mi madre y tomé el testigo con mi mujer para seguir manteniendo la tradición mostoleña”, explica.

Y aunque esta no es la única casa mostoleña donde se comen puches el 1 de noviembre, la realidad es que este postre ha quedado en la discreción e intimidad de los hogares con raíces mostoleñas.

Lo que sí que se ha perdido, y es de agradecer, es las chiquilladas que los más jóvenes del pueblo hacían con las puches que sobraban. “Los más traviesos cogían pegotes de puches y los metían en las cerraduras antiguas que tenían las casas, atascando los mecanismos”, recuerda Emilio Reyes.

¡Si quieres saber cómo se realizan las puches no te pierdas nuestro reportaje de la próxima semana!

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