Con motivo del Día del Donante de Órganos y Tejidos, que se celebra el domingo, Vidas Insuperables les cuenta el caso de Luisito, quien con 11 años, salvó la vida a su hermano con un trasplante de médula.
Regalar vida está al alcance de muy pocas personas. Es un don, un gesto de generosidad y una oportunidad vital que muy pocos tenemos, pero también una opción que no todos están dispuestos a ejercer.
Donar una parte de ti mismo para que otras personas puedan seguir viviendo. Son palabras mayúsculas en la vida de cualquiera de nosotros. Pero, y si además eres un niño de 11 años, y de tu decisión depende la vida de tu hermano.
Luis tiene ahora 16 años, pero es un adolescente muy maduro para su edad. Inteligente, cariñoso y buen estudiante, Luisito, como le llaman en su casa, es uno de esos hijos que a cualquier familia le gustaría tener.
Hace 5 años la vida envolvió en una encrucijada vital inesperada a su familia. De manera insospechada, a su hermano mayor, Jesús, se le detectó un grave y acelerado proceso de aplasia medular.
El infortunio parecía haberse cebado con esta familia de Jaén, modelo en sus valores familiares. El padre, Luis Checa, es uno de los mejores artesanos de la forja de Andalucía; su madre , María Luisa Sánchez, es profesora de educación infantil en el Colegio Divino Maestro. En 1999 nacieron sus dos primeros hijos, Jesús y Carolina, mellizos. En 2001, Luisito.
Hasta ese golpe, habían desarrollado con felicidad sus vidas. Pero la noticia de la enfermedad de Jesús sumió a toda la familia en una lucha sin cuartel de superación.
La patología de Jesús avanzaba y necesitaban un donante de médula. Pese al maravilloso ejemplo de sus familias, los meses de aislamiento en el Hospital de Córdoba se hacían interminables. En ese contexto, las pruebas de compatibilidad de casi todos sus familiares no eran óptimas… hasta que probaron con Luisito.
Asombrosamente, el índice de compatibilidad de Luisito y Jesús era de un 100%. El primero tenía 11 Años en ese momento. Toda una responsabilidad para un niño. La vida de su hermano mayor dependía de él.
Con una madurez impropia de sus años y sin dudar ni un momento, Luisito se sometió a todas las pruebas necesarias y, finalmente, el 6 de febrero de 2013, pasó por el quirófano para donar parte de su médula a su hermano.
Luisito ha continuado su vida y nunca habla del trasplante. Su humildad se lo impide. Pero aquel día, ambos hermanos compartieron sus vidas para siempre. Como el resto de donantes que hay en España, el país con mayor número de donaciones del mundo, Luisito regaló vida, “porque hay enfermedades que no se curan solo con medicinas sino con la solidaridad y generosidad de las personas”, aseguran sus padres.
Los “Checa” han vuelto a disfrutar de su gente y vuelven a pasear por las calles de Jaén a tomar unas tapas y saborear la vida. La enfermedad de Jesús les hizo más fuertes y les convirtió en un ejemplo de superación.