Apasionada del deporte desde pequeña, Teresa Silva es hoy en día una mujer entregada por completo a la inclusión. Un accidente durante un entrenamiento le cambió la vida, pero se enfrentó a las adversidades y desde entonces no ha dejado de trabajar, desde la Fundación También, para normalizar el deporte entre personas con y sin discapacidad. Vidas insuperables les cuenta su historia de tenacidad.
Se inició en el deporte desde bien pequeña, practicando natación, gimnasia, hockey, baloncesto y, más tarde, tenis con su padre. Fue de las primeras personas en España en practicar windsurf, pádel y esquí. “El deporte de joven era mi vida, practicaba de todo. Toda mi energía la canalizaba a través del ejercicio. Me gustaba mucho competir”.
A los veinte años, Teresa empezó a practicar los deportes aéreos y se apasionó por ellos. Conoció a otras personas que los practicaba y se interesó por este ámbito. Empezó saltando en paracaídas, después se compró un ala delta, y más tarde trajo a España el parapente. Pionera en este deporte, ganó varios campeonatos y le propusieron formar parte de la Selección Española de Parapente. Entonces era la única fémina.
“Siempre me tocaba ser la única mujer”
En 1989, mientras se preparaba para el Campeonato del Mundo de parapente, sufrió un accidente que le provocó una paraplejia, dejándola en silla de ruedas. “Desde el primer momento fui consciente de que mi vida había cambiado en un segundo. Con todo lo que pude haber sido, se quedó en una silla de ruedas. Estuve muchísimo tiempo en hospitales, con operaciones y mucha rehabilitación, pero siempre intentaba estar de buen humor”.
Trabajó duramente en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo para salir en buena forma de allí. Un año después del accidente, cuando volvió a su vida diaria sintió un gran vacío al no poder realizar ningún deporte que le divirtiese. “Lo que existía entonces era natación, tenis de mesa y baloncesto. Practiqué natación para mantenerme en forma, pero no me llenaba”.
Así que decidió luchar desde el primer momento para que su vida estuviese lo más normalizada posible. “No quería rodearme únicamente de otras personas que tuviesen discapacidad. Quería seguir practicando deporte con mis amigos y mi familia”. En esto se basó la creación de la Fundación También, de la que Teresa es presidenta y fundadora, en poder realizar deporte inclusivo con familiares, amigos y otras personas sin discapacidad.
“Hablar de integración e inclusión me parece algo que no debería ser necesario”
Tras muchos años buscando deportes que practicar, varios monitores americanos visitaron Sierra Nevada para introducir en esa estación el esquí alpino adaptado y le propusieron practicarlo. “La primera mañana estaba esquiando sola. El vacío que había sentido tras el accidente desapareció y volví a sentirme libre”.
Después de esta experiencia, volvió a Madrid y decidió crear un equipo de exhibición y competición de esquí alpino adaptado, formado por chicos paralímpicos y ella misma en el año 2000. Al ver el éxito que había tenido esta iniciativa, se planteó un objetivo mucho más ambicioso, conseguir la integración social de las personas con discapacidad a través del deporte inclusivo.
Poco después puso en marcha la Fundación También para compartir el deporte con personas que estaban en su misma situación y sus familias. “Hemos sido un referente, queríamos ser ejemplo para otras entidades de diferentes zonas, que haya iniciativas locales para que exista la posibilidad de que todas las personas practiquen deporte diariamente”.
Otro de los hitos que consiguió la deportista fue la creación, en el año 2007, del primer equipo de esquí alpino femenino adaptado. Junto a ella, otras siete mujeres valientes y emprendedoras, decidieron formar un equipo con el que participar en los campeonatos de España. Sin embargo, para Silva nada es suficiente.
“Algún día lograremos que personas con y sin discapacidad practiquen deporte de manera conjunta y con normalidad, cada uno con sus medios. Para practicar esquí, pádel, vela y cualquier deporte, necesito una silla especial, pero eso no significa que no pueda hacerlo. En la clase que yo compito en vela, por ejemplo, hay gente con y sin discapacidad, unos mueven los pies y otros hacemos todas las maniobras con las manos”.
“Soy la misma de antes, la única diferencia es que me desplazo rodando por la vida”
Con un día a día frenético, Teresa no deja de luchar por la fundación. “Lo que más me gusta en la vida es el deporte y organizar cosas, y es lo que hago. No puedo pedir más. Soy bastante autónoma, no pienso en mi silla de ruedas y los demás no me ven limitada. Se sorprenden de lo que soy capaz”.
Más que los premios y los reconocimientos, asegura que lo que realmente le hace feliz, es ver a la gente de la fundación disfrutar. “En mi vida hubiera pensado que iba a hacer algo tan importante, algo que me iba a dar tantísima satisfacción y felicidad. Son cosas tan sencillas como ver a los niños disfrutando a pesar de estar atados a su discapacidad”.
“Hay que celebrar siempre las buenas noticias”
Ahora, su objetivo y el de la Fundación es abrirse a Europa y ponerse de acuerdo con otras entidades de personas con discapacidad de la Unión Europea, para que vengan a practicar deporte a España. “Este país tiene las mejores condiciones para practicar cualquier tipo de deporte. Tenemos el mejor tiempo, la mejor nieve, los mejores instructores, el mejor material, etc”.
Su espíritu deportivo no descansa, y anima a todo el mundo a practicar deporte. “Hacer ejercicio supone muchos beneficios físicos y sobre todo psicológicos. Aporta cosas únicas, como el espíritu de sacrificio, la superación personal y las herramientas para ser resiliente. Hay que mantenerse activo, olvidarse de la autocompasión y disfrutar de la naturaleza y de la cantidad de cosas que con el material adecuado se puede hacer para disfrutar del deporte”.