El envejecimiento de las personas que conviven con algún problema de salud mental o trastorno mental grave es un fenómeno al que, tradicionalmente, se le ha prestado poco atención. Se trata de un marco personal que une tres elementos de exclusión social (la edad, el género y la salud mental), que ha sido abordado por la Fundación Edad&Vida.
El 15% de los adultos mayores de 60 años cuenta con algún trastorno de salud mental, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), según la Fundación Edad&Vida.
En unos días en los que, con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, se está poniendo el foco en las personas jóvenes, también es relevante conocer cuál es la situación de la salud mental y las personas mayores.
Se trata de unos datos dados a conocer por los expertos que han participado en la Mesa de Diálogo sobre ‘Envejecimiento y salud mental’, organizada por esta entidad en el Centro de Referencia Estatal de Atención Psicosocial a Personas con Trastorno Mental (CREAP) de Valencia.
El objetivo de la jornada ha sido analizar las necesidades asociadas al envejecimiento de las personas que ya contaban previamente con una enfermedad mental. Y es que, hasta hace un par de décadas, las personas con una enfermedad mental no alcanzaban edades muy avanzadas.
Sin embargo, los avances médicos y el aumento de la esperanza de vida han hecho que esta situación cambie y que lo siga haciendo, ya que las previsiones demográficas apuntan a que, entre 2015 y 2050, la proporción de la población mundial mayor de 60 años se multiplicará casi por dos, pasando del 12% al 22%.
Según datos de la OMS, las cifras globales de trastornos mentales en la vejez en Europa pueden alcanzar a una cuarta parte de los mayores de 65 años que viven en la comunidad. Es otras palabras, se podría decir que el 75% de las personas mayores envejecen relativamente bien.
En opinión del presidente de la Fundación Edad&Vida, Joaquim Borrás, la finalidad de esta iniciativa es que se diseñen planes, políticas e intervenciones para todos los ciudadanos pero, en el caso concreto de las personas mayores, “que tengan en cuenta no sólo los aspectos puramente médicos, sino también la calidad de vida y el bienestar subjetivo, así como los condicionantes sociales de la salud y las necesidades específicamente percibidas por este colectivo. Nos permite reflexionar sobre las prácticas actuales y compartir puntos de vista que, en suma, enriquecerán y mejorarán la práctica diaria y se traducirán en la mejora del bienestar y la calidad de vida de las personas atendidas”.
En opinión del director del CREAP, Yago Cebolla, hay que resaltar la importancia de las políticas sociales dirigidas a la mejora de la calidad de vida de las personas con trastorno mental grave y de sus familias. “Es preciso el impulso y vertebración del sistema de apoyo informal, la especialización de equipos multidisciplinares y la coordinación entre recursos sanitarios, servicios sociales y de empleo”.
El envejecimiento, desde el prisma de la psicología
En este contexto, para Emilia Serra, catedrática de Psicología del Desarrollo en la Universidad de Valencia y codirectora del Master Interuniversitario de Psicogerontología, “en el envejecimiento y la salud mental se juntan tres elementos de exclusión social: la edad, el género y la salud mental. A partir de los 65 años aparecen más trastornos en las mujeres, especialmente por los trastornos depresivos y la ansiedad, mientras que los hombres los interiorizan más, cayendo en las adicciones”.
Para Serra, “existe un círculo vicioso que impide romper el estigma de las personas con trastornos mentales mediante una serie de conductas discriminatorias que lleva a su exclusión social”, añadió.
Además, María José Perruca, especialista técnica y psicóloga en Eulen Servicios Sociosanitarios, ha puesto en valor “la importancia decisiva de los programas de atención domiciliaria”.
Mientras, a juicio de Elisa Tarazona, directora de Operaciones del Grupo Ribera Salud, es fundamental “flexibilizar los sistemas para responder a las necesidades integrales de las personas, la coordinación de los mismos y la colaboración público-privada”.