Fundación Juan XXIII Roncalli presenta su segundo videojuego para personas con discapacidad intelectual. Las nuevas tecnologías se han convertido en una gran herramienta de inclusión social.
Ariadna como referente contra la muerte súbita, una heroína de videojuego con Síndrome de Aspeger, o una ratoncilla sordomuda son sólo algunos ejemplos de cómo las nuevas tecnologías se usan para seguir avanzando en la inclusión social.
En ese contexto de apuesta por este tipo de recursos, Fundación Juan XXIII Roncalli, en colaboración con el Colegio San Agustín, y con la empresa de desarrollo tecnológico Exponential Solidarity, ha presentado la segunda herramienta interactiva destinada a dos usuarios del centro con discapacidad intelectual.
La iniciativa se enmarca dentro del proyecto Videojuegos para la Inclusión, en el que alumnos con discapacidad del Centro de Formación para el empleo de la Fundación y alumnos sin discapacidad de Bachillerato del Colegio San Agustín de Madrid han participado en talleres inclusivos para el aprendizaje de programación y robótica.
El videojuego desarrollado tiene como objetivos mejorar la capacidad de comunicación e interacción con el entorno, la memoria y la atención de los usuarios del Centro de Día destinatarios, recurriendo para ello a sus mayores hobbies, colores y música, con el fin de que sea totalmente personalizado.
El proyecto aplica una metodología de formación inclusiva y pionera, en la que todos los alumnos han aprendido robótica y programación juntos, independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales, pudiendo optar a las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo.
Para los alumnos ha supuesto también una primera toma de contacto con el mundo laboral, ya que se han organizado por departamentos (comunicación, diseño, programación…) como si fueran profesionales en una empresa de desarrollo de software y tuviesen que satisfacer las necesidades de su cliente, que en este caso han sido los dos usuarios finales del videojuego.
Sensibilización y comprensión
“Con este proyecto, no solo hemos conseguido que los alumnos participantes aprendan sobre nuevas tecnologías, sino que también afiancen valores como la solidaridad, la sensibilización hacia la discapacidad intelectual y la comprensión de que la mejor aplicación de la tecnología y nuestra capacidad es ayudar a las personas con necesidades diferentes”, apunta Rocío Alonso, Directora de Innovación y Desarrollo de la Fundación.
Desde el prisma del centro educativo, Santiago Onsurbe Castro, Coordinador de 4º de ESO del Colegio San Agustín de Madrid, afirma que “hace varios años que venimos colaborando con Fundación Juan XXIII Roncalli, lo cual supone un motivo de orgullo y felicidad para nuestro colegio”.
“Cuánto más cuando nos propusieron este proyecto en el que alumnos nuestros tendrían la oportunidad de trabajar al lado de alumnos del Centro de Formación de la Fundación y, por si esto fuera poco, creando un producto para que lo disfruten dos personas tan increíbles como Pilar y Jesús, usuarios del Centro de Día”, recuerda.
Al respecto añade que “sentimos que esta actividad se ajusta a la perfección al modelo de formación integral (académica y en valores) que pretendemos para nuestros alumnos. Estábamos seguros de que la experiencia iba a ser muy gratificante, pero su realización ha superado todas las expectativas; ha sido realmente maravilloso ser testigo de cómo todos los participantes en el proyecto han gestionado y ejecutado la labor. Esperamos poder llevar a cabo muchas más experiencias como esta en colaboración con los equipos de la Fundación Juan XXIII y de Exponential Solidarity”.
Desde la pata tecnológica del proyecto, Lucas Carmona, cofundador de la empresa Exponential Solidarity, asegura que «continuamos evolucionando nuestro método educativo en estrecha colaboración con Fundación Juan XXIII Roncalli. Hemos desarrollado 2 factorías de videojuegos en el Colegio San Agustín de Madrid, con 30 alumnos de 1º de bachillerato y 10 personas del Centro de Formación para el Empleo de la Fundación. Se han superado todas las expectativas en una experiencia inolvidable en la que además de sensibilizar, integrar, aprender y disfrutar muchísimo, también se han despertado auténticas vocaciones profesionales».
Este proyecto es un claro ejemplo de apuesta por las nuevas metodologías de aprendizaje en las que, utilizando tecnologías aplicadas, se contribuye a la mejora de la calidad de vida de las personas, en este caso con discapacidad intelectual.
Se trata de la segunda acción de estas características llevada a cabo por Fundación Juan XXIII Roncalli. El primer videojuego se desarrolló el pasado mes de junio por parte de los niños del Campamento de Verano de la Fundación para hijos de sus trabajadores, también destinado a una usuaria del Centro de Día.