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Violencia machista, violencia familiar, y otras situaciones de personas en situación de riesgo social

Los estudios de integración social se erigen en un faro de ayuda ante estas lacras  y en un foco de empleabilidad, además de convertirse en una salida laboral para personas que se encuentran en riesgo social, porque, por ejemplo, hayan padecido violencia machista o familiar.

La violencia familiar y la violencia machista son una de las mayores lacras de nuestra era. Una pandemia silenciosa que cada año multila o marca para siempre la vida de decenas de personas. Por ejemplo, un reciente artículo de Esther Castellanos-Torres e Isabel Caballero de la Fundación CERMI Mujeres, para la revista del Centro Español de Documentación sobre Discapacidad, señala que el 80% de las mujeres con discapacidad sufren violencia y tienen cuatro veces más riesgo de sufrir violencia sexual que el resto de las mujeres.
Vidas Insuperables se hizo eco recientemente del testimonio directo de varias víctimas, que reclaman visibilidad y exigen medidas que tengan en cuenta a las mujeres y niñas con discapacidad. Ante ello, además de todas las medidas llevadas a caso por las administraciones, tiene que existir un compromiso de toda la sociedad de tolerancia cero y de sensibilización y concienciación ante esta grave problemática social. 
Pero también existe una opción real, práctica y que vincula la implicación social con el mundo laboral, pudiendo hacer que la dedicación y compromiso de ayuda a la sociedad sea una forma de vida y convertirlo en una profesión, en especial para aquellas personas que se encuentran en riesgo social, porque, por ejemplo, hayan padecido violencia machista o familiar. Un botón de muestra son los estudios de integración social a distancia, cada vez más en boga, como el ofertado en el grado superior de integración social de Linkia. 
Según Randstad, actualmente el Grado Superior de Integración Social forma parte de uno de los sectores con mayor empleabilidad. De hecho, a tenor de los datos del Observatorio de las Ocupaciones del SEPE, en 2020 se formalizaron un total de 25.351 contratos firmados gracias a la realización de este Grado. Se trata de un campo profesional cada vez más en boga y que demanda profesionales cualificados y titulados e incorpora actividades en nuevos sectores como la mediación comunitaria, la intercultural y la violencia de género.

Salidas laborales 

En concreto, esta formación en Integración Social permite ejercer la actividad laboral en el sector de los servicios a las personas: Asistenciales, educativa, de apoyar a la gestión doméstica y psicosociales, y en el sector de los servicios a la comunidad: atención psicosocial a colectivos y personas en desventaja social, mediación comunitaria, inserción ocupacional y laboral y promoción de igualdad de oportunidades. Un mercado que se abre a profesiones como Técnico de integración social, Dinamizador / a y preparador / a ocupacional o laboral, Mediador / a vecinal, comunitario e intercultural, Monitor / a de personas con discapacidad (física, psíquica o sensorial), Monitor / a de rehabilitación Psicosocial y Auxiliar de tutela.

«Una ayuda maravillosa»

Como explicaba Rebeca, una mujer con discapacidad sobreviviente a la violencia machista: «He sufrido mucho, he tenido policía vigilándome todo el tiempo, pero he conseguido salir. Lo he conseguido porque me ayudaron de una manera maravillosa». Una ayuda que se puede hacer real gracias también a la labor profesional llevada a cabo por los profesionales en integración social.
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