La empresa Sto Ibérica impulsa las viviendas ‘pasivas’, que mejoran el ahorro energético y el confort interior, por ejemplo, creando un ambiente libre de contaminantes, como polvo o polen.
La primavera ya está aquí y, con ella, una de las épocas más duras para los 8 millones de españoles alérgicos al polen, cifra que en los últimos años no ha dejado de aumentar a causa de la extensión de la temporada alérgica, la contaminación, la ausencia de lluvias y unos malos hábitos en el hogar que impiden reducir el contacto con partículas de este tipo.
Según los expertos, esta última premisa es una de las más importantes para disminuir los síntomas de la alergia. Y es que, teniendo en cuenta que en la calle serán inevitables los factores ambientales que provocan su sintomatología, la única alternativa radica en convertir la propia vivienda en un refugio contra el polen (sacudir las alfombras a menudo, emplear filtros de polen en los aires acondicionados, limpiar los muebles frecuentemente con paños húmedos, evitar ventilar entre las 5 y las 10 de la mañana y las 7 y 10 de la noche, etc.).
Aunque parece fácil en la teoría, lo cierto es que evitar la entrada de ciertas sustancias y su adherencia a determinadas superficies es inevitable. ¿Existe alguna forma de conseguir la ansiada purificación del ambiente dentro de hogar?. Pues, según los expertos, parece que sí, en viviendas construidas bajo el estándar Passivhaus.
“Gracias a su sistema de ventilación mecánica controlada, se garantiza la ausencia de polen en el interior, así como de otras sustancias como el polvo, los ácaros, los olores o las emisiones contaminantes, lográndose un aire interior puro y de calidad” explica José Almagro, CEO de la empresa Sto Ibérica.
“Frente a una construcción tradicional, las denominadas casas pasivas renuevan el aire continuamente sin necesidad de ventilación tradicional”, añade, incidiendo en que la hermeticidad es su principal punto distintivo.
Según esta firma, en los edificios convencionales, la filtración de aire contaminado se produce a través de las juntas, las carpinterías o las instalaciones. En las casas pasivas, esta entrada de aire se produce de forma controlada por un equipo de ventilación, lo que permite renovar el aire continuamente y disfrutar de las variables clave del confort y la energía: temperatura estable y excelente calidad de aire.
“¿Significa esto que en una vivienda pasiva no se pueden abrir las ventanas de par en par?. No: como en cualquier vivienda, es posible utilizar la ventilación tradicional. Lo que ocurre es que no es necesario, sobre todo en estaciones extremas (verano e invierno), en las que la temperatura exterior no es agradable y, al abrirlas, se estaría perdiendo eficiencia energética y confort interior. Además, al existir una ventilación mecánica continua, la necesidad de ventilar para renovar el aire desaparece”, indica Almagro.
En ese contexto, durante la primavera, no obstante, es la época en la que más se aprovecha para abrir las ventanas en una vivienda pasiva. Dado que las condiciones exteriores son propicias y la temperatura es agradable, no se corre el riesgo de alterar las condiciones térmicas e higrométricas del edificio, señalan desde Sto Ibérica. “El único inconveniente, sin embargo, es que entren partículas como el polen, pero, gracias a la ventilación controlada, este problema desaparece por la renovación constante del aire”.
Mitos sobre las viviendas pasivas
El CEO de Sto Ibérica asegura que “como ocurre con otras muchas innovaciones en el sector de la construcción, el estándar Passivhaus está rodeado de falsos mitos que impiden que su implantación prolifere y el interés por apostar por este tipo de edificaciones no avance tanto como debería”, como que España no está preparada para este estándar o que no es posible para rehabilitaciones.