Más de 15 años dando color a la ciudad de la alegría
La Fundación Colores de Calcuta lleva más de tres lustros desarrollando un programa de atención humanitaria en Pilkhana, más conocida como ‘la ciudad de la alegría’, con el objetivo de formar y dotar de todos los recursos necesarios a sus habitantes y que alcancen una buena calidad de vida.
Mientras lee este artículo, miles de personas en todo el mundo están ayudando a la sociedad más pobre, desfavorecida y que no tiene unos estándares básicos en su calidad de vida. La labor que hacen cada día las ONG por todo el mundo es muy importante y esencial, aunque lo más deseado es que estas organizaciones comenzaran a dejar de trabajar en los proyectos actuales porque las sociedades a las que ayudan fueran capaces de andar su camino por sí mismas.
En la Fundación Colores de Calcuta trabajan cada día para conseguir que en las poblaciones donde trabajan alcancen la independencia total. “A medida que el proceso ha ido evolucionando el equipo de enfermeras que hemos formado son las que hacen todo. Al final se trata de que los protagonistas del desarrollo sea la gente que vive allí y que tú no seas necesario”, explica María de Muns, directora en España de la fundación.
Uno de los principales proyectos en los que trabaja María y su equipo está en Pilkhana, un barrio marginal de la ciudad india de Calcuta en la que viven más de 400.000 personas en infraviviendas y que es más conocido como ‘la ciudad de la alegría’ por la novela de Dominique Lapierre. Este programa ha sido uno de los seleccionados por el Consejo General de Colegios Oficiales Farmacéuticos para otorgarle una ayuda dirigida al ámbito de la cooperación al desarrollo.
Más de 15 años trabajando en India
Como explica la directora de la fundación, “antes de aterrizar en India tuve la oportunidad de estar en Perú y Brasil de voluntaria. Cuando llegué a Calcuta en 2007 para estar un mes como voluntaria me di cuenta que India tiene una cultura totalmente distinta a la nuestra y es de emociones fuertes. Al mes estaba ofreciéndome para volver allí y hasta hoy”.
Durante estos 15 años María de Muns ha coordinado junto al director en India, Antonio Mesas, todas las acciones necesarias para que los ciudadanos de Pilkhana tengan una ayuda integral y disfruten de una buena salud basada en la prevención y curación de enfermedades, así como de una buena base nutricional a través de la educación, una de las principales preocupaciones para la ONG.
“Según UNICEF el 47% de los niños entre 0 y 5 años tienen un peso bajo o desnutrición y muchos de esos casos comienzan por un mal seguimiento durante el embarazo. Por eso tenemos una parte específica materno-infantil donde la mujer acude desde que está embarazada para hacerle un control de su estado de salud”, explica.
Para poder llevar a cabo estos programas, Fundación Colores de Calcuta trabaja en colaboración con la ONG india Seva Sangh Samiti, ‘Comité de Ayuda Mutua’ en bengalí, creada hace más de 50 años por el padre François Laborde con un único fin: que todos tuvieran buena salud para poder trabajar.
Para ello, en un primer momento se centraron en asegurar las condiciones higiénicas, ya que éste era el principal motivo por el que las personas enfermaban, y en ofrecer una buena educación porque querían que sus hijos tuvieran un futuro distinto.
“Trabajar con un equipo local es distinto y más cercano”
Gracias a esta colaboración, la fundación consigue que sus objetivos lleguen más lejos ya que, al trabajar con un equipo que vive dentro del barrio, siempre es más fácil llegar a los que más lo necesitan y comprender su situación.
“Trabajar con un equipo local que vive en Pilkhana nos permite estar en contacto permanente con la realidad. Al final una de las oportunidades que te da trabajar con una ONG del país es que tienes una relación muy cercana”, justifica de Muns que añade que esta unión permitió la atención necesaria durante los confinamientos por la pandemia del COVID-19.
“El 25 de marzo de 2020 se decretó el confinamiento total en India. En el momento en el que se cierra toda la actividad económica informal, como son el transporte informal (carritos con bici que te transportan por la ciudad), la venta ambulante o la construcción, donde cobran de manera diaria, nos encontramos con una situación excepcional. Todas esas personas se quedaron sin ingresos, y al no tener ahorros apenas tenían para comer una semana”, expresa.
Pero ante esta adversidad, María y Antonio, que se encontraban allí, consiguieron poner en marcha una cadena de alimentos con el objetivo de paliar la crisis. Gracias a la coordinación con el equipo local, consiguieron que todas las personas necesitadas tuvieran un alimento que llevarse a la boca durante las semanas más críticas. Aunque como traslada la directora, durante la pandemia han perdido a personas esenciales en el proyecto como la ginecóloga Geeta Rakhit, que falleció en 2020 por el covid, además de añadir que “la economía no ha llegado a recuperarse y la ralentización económica todavía es importante”.
Y llegó la vacuna
Cabe destacar que frente a otros países en vías de desarrollo en los que el porcentaje de vacunados es ínfimo, en India la tasa de personas que tienen las dosis contra el COVID-19 es bastante positiva: casi el 60% de los hindús tiene las dos dosis puestas y el 70% al menos una.
Este dato todavía es más reseñable si lo traducimos en cifra de población: más de 804 millones de indios tienen las dos dosis puestas de los 1.300 millones de personas que viven en el país y 967 millones llevan al menos un pinchazo en su brazo.
Y es que gracias a la industria farmacéutica existente en India esta campaña de vacunación ha llegado más rápido al país, favoreciendo una mayor prevención de los habitantes frente al virus.
Sin embargo, sigue habiendo mucha gente que se opone a la vacunación, “en la mayoría de los casos por desinformación, falsas creencias o miedo. En nuestro centro médico se dan charlas para evitar estas situaciones. Al principio se impartían sobre higiene y prevención contra el covid, y después se comenzó a hablar de la vacuna para acabar con los mitos y bulos”, añade.
La importancia de no duplicar y ofrecer apoyo
En el centro médico en el que trabaja la Fundación Colores de Calcuta, propiedad de la ONG india Seva Sangh Samiti, se centran en dar formación a los enfermeros y auxiliares que trabajan junto a los médicos con el objetivo de que sean totalmente independientes.
“El equipo local de enfermeras es el que ha necesitado más formación con el objetivo de que puedan trabajar junto al médico y mejorar las cosas. Cabe destacar que la mayoría no tenían experiencia en el campo sanitario. Puspa Bara trabajaba en la construcción, estudiaba en turno nocturno y se sacó el título de auxiliar de enfermería e iba con la coordinadora para aprender. Ahora ella es la coordinadora del programa”, explica María de Muns.
También destaca los inicios de Sony Shaw, la maestra de la guardería. “Estábamos haciendo el proceso de selección y se presentó Sony que nos contó que ella, cuando era pequeña, tuvo desnutrición y gracias a la ONG local la sacaron adelante. Ahora quería ser ella la que ayudara a otros niños. Esa experiencia vital nos hizo contratarla al momento”.
En el centro médico existen diez departamentos entre los que destacan atención primaria, ginecología, obstetricia, oftalmología, otorrinolaringología y dermatología, así como una farmacia en la que se dispensa cualquier fármaco que necesite la persona, previa prescripción, para hacer frente a la pobreza farmacéutica y asegurar que cualquier ciudadano tiene acceso a los medicamentos, ya sean puntuales o por enfermedades crónicas.
Pero lo que destacan de este centro que atiende más de 2.000 consultas mensuales es que complementa a los centros de los que dispone la sanidad pública. “Tratamos de no duplicar sino dar apoyo. Nosotros no ponemos las vacunas contra el COVID-19 porque las pone la sanidad pública, pero damos apoyo informativo. En el caso del programa de tuberculosis que ofrece el Gobierno Central nosotros estamos en contacto con el coordinador del hospital público y el neumólogo para derivarle cualquier caso que detectemos”, añade la responsable en España.
También destaca la importancia que ha tenido el centro durante la pandemia, donde atendían a cualquier persona que tuviera una urgencia y que no fuera por coronavirus. “En los hospitales solo atendían a pacientes con covid debido al desbordamiento que tenían. Pero si tenías diarrea o cualquier otra cosa no tenían dónde acudir, así que les tratábamos en nuestro centro”.
Las ayudas, fundamentales para poder seguir desarrollando los proyectos solidarios
La Fundación Colores de Calcuta ha sido una de las cinco seleccionadas por el Consejo General de Colegios Farmacéuticos para recibir las ayudas de proyectos de cooperación al desarrollo en su vigésimo segunda edición, unas partidas económicas que permiten a las organizaciones seguir desarrollando proyectos que ayuden a las personas más desfavorecidas en distintos países.
“Estas ayudas son fundamentales, ya que las ONG podemos hacer proyectos, pero necesitamos dinero para financiarlos. La Responsabilidad Social Corporativa parece que solo es el nombre de un departamento, pero en realidad es muy importante ya que, si queremos transformar el mundo y que sea mejor, es fundamental que todos aportemos nuestro grano para la solidaridad internacional”, concluye.