La EPOC y la insuficiencia cardiaca, dos ‘socias’ con un desafío, el infradiagnóstico
Especialistas advierten del elevado infradiagnóstico en la comorbilidad EPOC e insuficiencia cardíaca, que conviven en 1 de cada 4 pacientes.
Como indicaba en un artículo realizado para Vidas Insuperables Gonzalo Segrelles Calvo, neumólogo en el Hospital Rey Juan Carlos (Móstoles, Madrid), hay que poner luz a la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC).
En ese contexto de dar visibilidad a esta patología, un plantel de expertos ha profundizado, en el marco de la I Jornada de Actualización en EPOC e Insuficiencia Cardíaca (IC), en la realidad que existe en torno a la comorbilidad entre ambas patologías y afrontar los desafíos que implica.
Organizado por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), el Grupo de Insuficiencia Cardíaca y Fibrilación Auricular, el Grupo de EPOC de la SEMI y la Fundación Española de Medicina Interna (FEMI), junto con la colaboración de Novartis, los especialistas han puesto de manifiesto que, en España, la EPOC afecta a 2,7 millones de personas y causa 15.000 muertes al año; y aproximadamente una de cada cinco personas (20%) desarrollará IC en algún momento de su vida, siendo la causa más frecuente de hospitalización en mayores de 65 años.
La EPOC y la IC aparecen a menudo de forma asociada, ya que ambas enfermedades comparten factores de riesgo y mecanismos patogénicos comunes. De hecho, se calcula que la EPOC y la IC coexisten en uno de cada cuatro pacientes.
Por un lado, existe una prevalencia de IC en pacientes con EPOC del 27-32%. En lo que respecta a la prevalencia de EPOC en pacientes con IC en nuestro país, “se estima que oscila entre el 20 y el 37%, siendo mayor que en la población general”, indica el doctor Francisco López García, coordinador del grupo de trabajo de EPOC de la SEMI.
En ese sentido, se ha puesto de manifiesto la existencia de un elevado infradiagnóstico de la EPOC cuando existe comorbilidad con IC, y viceversa. Tanto es así que esta realidad supone un reto para el sistema sanitario.
Estiman los expertos que existe una EPOC no diagnosticada “en al menos un 20% de los pacientes con IC”, afirma López García, quien recuerda la importancia de investigar “la presencia de una EPOC mediante la realización de una espirometría”. Asimismo, señala que la presencia de la enfermedad pulmonar “puede representar un retraso en el diagnóstico de IC y, por lo tanto, en el inicio del tratamiento”.
Y es que las afectaciones y síntomas de una patología pueden dificultar la identificación de la otra. Según el doctor José María Cepeda Rodrigo, coordinador del grupo de trabajo de insuficiencia cardíaca y fibrilación auricular de la SEMI, “para diagnosticar la IC es necesaria una ecografía confirmatoria y para diagnosticar EPOC, una espirometría. Por un lado, la ecografía en los pacientes con EPOC a veces resulta ineficaz porque el pulmón interfiere y la calidad de la imagen no es buena, mientras que la espirometría, cuando el paciente está descompensado y congestionado, tampoco es fiable”.
Ecografía pulmonar
A pesar de ello, este experto apunta que “últimamente contamos con una prueba muy sencilla, la ecografía pulmonar, que nos está ayudando mucho a definir si estamos ante un caso de IC, de EPOC o de ambas”.
La dificultad a la hora de diagnosticar viene dada, por lo tanto, por la presencia de síntomas comunes entre ambas enfermedades, como es el caso de la disnea (ahogo o dificultad en la respiración), que se relaciona con el pronóstico. Además de la disnea, otros síntomas comunes son la tos, la sensación de hinchazón, la fatiga, el decaimiento y la pérdida de apetito.
Cuando existe comorbilidad, el tratamiento de ambas patologías implica también algunos desafíos en los que ya se está trabajando. Según los especialistas, el reto más ambicioso consiste en conseguir una disminución de la morbimortalidad del paciente con la planificación conjunta en el tratamiento de ambas comorbilidades.
“Los pacientes con EPOC-IC están infratratados a pesar de la existencia de fármacos de probada eficacia para la IC, como los betabloqueantes. Estos fármacos son seguros y mejoran la morbimortalidad en el paciente con IC y EPOC. Su uso se recomienda tanto en fase de estabilidad clínica como en las agudizaciones, por lo que no hay motivos que justifiquen la inhibición en el tratamiento del paciente con EPOC e IC y viceversa”, agrega el doctor López García.
A este respecto además, la evidencia del estudio CLAIM ha demostrado que la combinación de dos broncodilatadores (indacaterol + glicopirronio) mejora de forma significativa la función cardíaca en enfermos con EPOC que tienen hiperinsuflación pulmonar. Así, el tratamiento broncodilatador podría mejorar la comorbilidad cardiovascular del paciente con EPOC.
Mejoría significativa
El infratratamiento cuando existe esta comorbilidad conlleva una serie de consecuencias. Tal y como explica el doctor Cepeda Rodrigo, “la presencia de mucha sintomatología, con más disnea, fatiga, entre otros, afecta a la calidad de vida del paciente”. Y también incide en el pronóstico en cuanto a supervivencia, ya que “los pacientes con IC con función reducida que reciben un tratamiento correcto tienen una mejoría significativa frente a quienes no lo reciben”. Ocurre lo mismo a la inversa, “los pacientes que están bien tratados de su EPOC tienen también mejor pronóstico”.