Álvaro Valera, protagonista del programa de radio de Vidas Insuperables
Con 5 años le detectaron una polineuropatía conocida como “la enfermedad más común de la que nadie ha oído hablar”, pero no ha sido óbice para que sea el mejor tenista de mesa paralímpico de todos los tiempos. Álvaro ha contado su historia en los micrófonos del programa de radio de Vidas Insuperables, que cada lunes se emite de 20.30 a 21 horas.
Humildad, trabajo, tenacidad, superación y laboriosidad son vocablos a veces difíciles de casar con alguien que se ha colgado ya cinco medallas paralímpicas, es doble campeón del mundo, ha conseguido cinco títulos continentales y más de 80 medallas.
Es uno de los mejores deportistas paralímpicos de la historia y, probablemente, el mejor del tenis de mesa, como atestigua el ‘Óscar’ de este deporte, el prestigioso premio internacional ITTF STAR AWARDS.
Álvaro Valera es una leyenda, pero si llama algo la atención de él es su sencillez, su pasión y los valores que emanan de cada palabra que pronuncia y de que cada gesto que tiene.
Detrás de Álvaro hay una historia humana de primera magnitud. Nadie se lo ha puesto fácil. Ha tenido que superar todos los obstáculos para alcanzar sus logros deportivos y personales.
Criado en el seno de una familia volcada con el deporte (su madre y sus hermanas, tenistas; su padre, un apasionado del tenis y el tenis de mesa), recuerda el momento en el que comenzó a escuchar la enfermedad más común de la que nadie ha oído hablar: Charcot Marie Tooth (CMT).
Tenía 5 años y sus padres detectaron anomalías en su forma de andar. “No podía jugar como el resto de niños al fútbol o al resto de deportes. No podía hacer las cosas que ellos. Con 5 años viajamos a la Clínica Mayo (Rochester, Minnesota, EEUU) y tras muchas pruebas me diagnosticaron una polineuropatía”.
La enfermedad de Charcot Marie Tooth, de carácter degenerativa, es una carencia que provoca problemas con los nervios sensoriales y motores, los nervios que van desde los brazos y las piernas a la médula espinal y el cerebro, afectando de codo y rodilla para abajo.
Se trata de una de las mayores neuropatías que existen en el mundo, con una prevalencia de una de cada 2.500 personas, lo que supone 2,6 millones en todo el mundo. Sin embargo, casi nadie escucha hablar de ella.
“Pese a que era un niño y de que contaba con el apoyo de mi entorno familiar y educativo, poco a poco fui dándome cuenta y aceptando que la enfermedad me impedía seguir haciendo las mismas cosas que el resto de niños”.
El tenis de mesa, una casualidad
La pasión por el deporte de su familia, que también a Álvaro había inoculado desde pequeño, hacía que fuera probando deportes diferentes, pero no fue hasta un caluroso verano en Sevilla, donde nació y residía de niño, cuando descubrió su pasión.
“Comencé a jugar casi sin darme cuenta al tenis de mesa. En la piscina había una mesa y empecé a pelotear con los amigos. Desde el primer momento me apasionó y mi padre se dio cuenta de que se trataba de un deporte que me hacía feliz. Me compró una mesa y jugaba con él horas y horas en casa y, al poco tiempo, decidió apuntarme a un equipo federado”.
Uno de los deportes más inclusivos
Como siempre dice Álvaro Valera, el tenis de mesa es uno de los deportes más inclusivos que hay, ya que compiten conjuntamente palistas con y sin discapacidad, lo que, sin duda, es todo un reto deportivo para los segundos.
En el caso de Álvaro, aunque el tiempo acabó por darle la razón, la primera experiencia en un club fue bastante amarga, ya que en Los Labradores de Sevilla, el hecho de tener una discapacidad jugó en su contra y fue un obstáculo imposible de sortear. “El entrenador no me ponía ni a jugar. Me tenía todo el rato sentado. Fue un poco frustrante”, rememora ahora con sosiego.
Esas circunstancias adversas de su salida al mundo real de la competición tampoco fue un impedimento. Se apuntó entonces a un club de la ciudad sevillana de San José. Allí comenzó a ir mucho mejor y empezaron a llover los éxitos.
Apenas dos años después de coger por primera vez la pala, Álvaro comienza a destacar en competiciones locales y regionales compitiendo contra niños sin ninguna discapacidad, un incentivo añadido a su entrega diaria de horas intensivas entrenando para seguir mejorando.
En 1996, logra su primer éxito en competición absoluta, también contra niños sin ninguna discapacidad. Es tercero de España en categoría infantil y comienza a escribir una historia jalonada de triunfos. Era la primera vez que un chaval con discapacidad alcanzaba ese reto.
Fue la espoleta que hizo saltar por los aires la historia del tenis de mesa. A su calidad innata unía un espíritu de sacrificio y entrega a este deporte que le hacían imparable.
Oro paralímpico con 18 años
Con 15 años consigue su primera medalla europea paralímpica; con 16, es campeón del mundo juvenil; con 17, campeón de Europa por Equipos con su compañero y amigo, Jordi Morales; y con 18 se cumple el mayor de todos sus sueños, ganar el oro paralímpico en Sidney 2000.
Sólo habían pasado 6 años desde que comenzara a practicar esta modalidad. Todo un genio que ha seguido acumulando títulos hasta ahora y que, incluso, ha tenido tiempo para estudiar Turismo.
Era la recompensa a tantos años de esfuerzos y a sobreponerse a todas las dificultades. “Guardo muchos y grandes momentos de todos estos años, pero el oro de Sidney fue muy especial. Es inolvidable. Además, era también el premio para mi familia y, en especial, para mi padre, que tanta dedicación había puesto en que pudiera ser feliz con este deporte”.
Todo un regalo para su progenitor, que a los 4 años falleció, lo que provocó el momento más delicado en la carrera de Álvaro Valera, que llegó a estar un año alejado de las pistas.
Pero su carácter insuperable también le hizo salir de esa situación y retornar a la cúspide del deporte, donde aún continúa sin perder la humildad y la sencillez, entrenando cada día en el Club Rivas Tenis de Mesa.
“Ya he hecho las paces con mi enfermedad”
“Sigo amando este deporte e intentaré ser un jugador longevo porque me encanta lo que hago. Cuando ya no pueda competir, quiero continuar ligado de alguna manera a este deporte, escribir un libro y compartir mi experiencia con el resto de personas por si puedo ayudar a que otros que están en mi situación luchen por salir adelante”, avanza
Sobre su enfermedad, Álvaro vuelve a dar un ejemplo de tenacidad. “Sé que sigue avanzando porque es degenerativa, pero hace mucho tiempo que hice las paces conmigo mismo. Cada día me adapto a mi situación e intento vivir al máximo”.
Quizás no hayan oído hablar de la enfermedad de Charcot Marie Tooth, pero es imposible que no conozcan a Álvaro Valera, un gran comunicador, y, posiblemente, el mejor tenista de mesa de todos los tiempos, pero, ante todo una gran persona.