Juan José Méndez, una lección de vida
Nuestro protagonista de hoy, Juan José Méndez, sufrió un accidente de moto que le cambió la vida hace dieciséis años. Le faltan las dos extremidades izquierdas pero le sobran ganas, positividad, motivación y logros. Vidas Insuperables les cuenta su vida, en la que también ha sufrido dos atropellos de tráfico. Sin duda, pura superación en cada pedalada.
Tras participar en cuatro paralimpiadas, y ser dos veces campeón del mundo, reconoce haber logrado más de lo que hubiese imaginado. Montado en una bicicleta durante seis horas, Juan José Méndez entrena a diario para no perder su forma física, e intenta prepararse para los siguientes Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.
Empezó a montar en bici a los doce años junto a su padre, y dos años después estaba compitiendo. Se formó en este deporte durante las categorías cadete, juvenil y amateur, y aunque estuvo cerca de dedicarse a ello profesionalmente, al final no puedo ser y dejó el ciclismo para trabajar en una ortopedia.
La vida de Juanjo cambió en el año 1992 cuando sufrió un accidente de motocicleta junto a su hermano. “Me desmayé en la moto. Mi hermano se dio cuenta de que no tomaba la curva y entendió que algo no iba bien. A pesar de todo debo reconocer que tuvimos suerte porque impacté contra un coche, sino hubiésemos chocado contra una pared”.
En el accidente su hermano salió disparado de la moto y Juanjo se quedó con ella, por lo que se le amputó un brazo. La Guardia Civil llegó a darle por muerto. Sin embargo, uno de los agentes se percató de que aún intentaba moverse, así que sacaron a su hermano de la ambulancia y le llevaron al hospital. “Me dieron por clínicamente muerto, estuvieron más de media hora reanimándome y me pusieron muchos litros de sangre”. Tras el accidente estuvo 20 días en coma para poder soportar los dolores.
Segundas oportunidades
Después de este suceso, Juanjo engordó hasta pesar 100 kilos. Llegó a coger tanto peso que no se reconocía, pero decidió que no iba a pasar así el resto de su vida. Así que junto a su amigo y compañero Bernat Moreno, volvió a subirse a una bicicleta. Lo que no sabía entonces, es que lo que comenzó como una forma de perder peso, acabaría llevándole a donde está hoy.
“Después de haber montado en bici toda la vida pensé que tenía que intentarlo, pero no creí que lo fuese a conseguir. Al montarme y ver que me aguantaba, me di cuenta de que podía hacerlo. Empezamos dando vueltas por el velódromo de Horta (Barcelona) y hasta hoy”.
El ciclista reconoce que aún se le pone el vello de punta al recordar esas primeras vueltas en el velódromo tras el accidente. “Es muy emocionante ver que puedes ir en bicicleta, cuando empiezas pensando que igual el cuerpo no te aguanta, que te puedes desequilibrar y caer. Lo que más me dolía no era la pierna sino el brazo de aguantar todo lo que pesaba en ese momento. Soportar el peso encima de la bicicleta era mortal”.
Ahora pasa el día entrenando para no perder la forma física. Se prepara con la bicicleta por la mañana y por la tarde, además de acudir al gimnasio. Asegura que para mantenerse donde está necesita entrenar constantemente. “Este deporte cada vez es más profesional y noto mucho la edad que tengo ya. Con 54 años que tengo no puedo dejar de entrenar, a la mínima que paro me cuesta el doble llegar arriba”.
“Nunca me he planteado dejarlo”
Juanjo sintió que había vuelto a nacer cuando se recuperó del accidente del 92. Pero esa no fue la única vez. El año pasado volvió a ‘renacer’ dos veces. Le atropellaron las dos ocasiones mientras entrenaba en carretera. La primera vez estaba en un semáforo y cuando quiso arrancar, el coche que venía por la derecha se fue a la izquierda, y le llevó por delante. El siguiente fue en una carretera de doble dirección. El coche que venía de cara no puso el intermitente y se cruzó delante suya.
Aún habiendo sufrido dos accidentes en un breve periodo de tiempo, asegura que no se ha planteado dejarlo en ningún momento. Es su día a día y se siente bien cuando entrena. Igual de bien que cuando monta a caballo con su hija Alba. Van juntos a la montaña y es el momento en el que puede desconectar y relajarse.
“Nadie hubiese dicho que yo podría ir en bicicleta, que montaría a caballo, o que podría conducir. Ahora hago todo eso y mil cosas más. Con ganas todo se consigue”. Por eso, recomienda a personas con otras discapacidades que no se rindan, y que no permitan que nadie les diga que no pueden hacer algo. Deben ser ellos mismos quienes decidan qué pueden hacer y qué no.
El proyecto Génesis
Juanjo, o el ‘cojo cabrón’ como se hace llamar en las redes sociales, rezuma energía y buen humor por todas partes. Recuerda una anécdota que vivió en un circuito de Valencia. “Se puso a llover y me caí en un paso de peatones. La bicicleta acabó por un lado y yo por otro. El urbano que estaba allí recogió mi bici y se preocupó porque pensaba que se había roto y que no podría continuar. Cuando me vio, el pobre hombre no sabía dónde meterse. No está rota la bicicleta, el que está roto soy yo”, cuenta entre risas.
Otro de los momentos que rememora con humor fue tener que ir a la escuela con su hija para demostrarle a sus compañeros que podía montar en bicicleta. Aparte de entrenar, da charlas en colegios y dedica su tiempo a los niños. “Hago lo que me gusta y me siento bien con lo que hago. Los niños son únicos, te preguntan lo que sienten, son niños y no se cortan en nada. Es una cosa muy bonita”.
No sólo disfruta con los más pequeños en dichas charlas. Junto a su compañero Bernat, fundó el proyecto Génesis Cycling Team para facilitar la inclusión de niños con discapacidad a través de la práctica deportiva. Empezaron este proyecto porque quisieron dejar de ayuda y enseñar exclusivamente a gente mayor. Lo que querían era empezar desde abajo, formando a niños y jóvenes.
“El apoyo del entorno es fundamental”
La gente joven que está empezando en el deporte es la que necesita más ayuda, porque el principio es lo que más cuesta, comprarse la bicicleta o los materiales, entre tantas otras cosas. “Cuando ya eres campeón del mundo tienes más facilidades, te conoce más gente, lo complicado es llegar hasta allí sin ayuda”. Desde el Club Génesis intentan animar y ayudar a la gente joven, aunque nada es fácil de conseguir. De ejemplo Juanjo se pone a sí mismo, ya que le costó 18 años llegar al primer mundial.
Además de este apoyo, es fundamental el del entorno. Afirma que aunque a veces se espera más apoyo del que realmente se recibe, él no puede tener queja. “A Bernat tendré que estarle agradecido toda la vida. Y a mi familia y amigos. Yo ahora no podría entrenar solo, y lo consigo gracias a ellos. Son el fundamento del día a día. Cuando vas a un mundial o a una competición, tienes gente, pero lo difícil es el resto del tiempo, la gente que te tiene que ayudar a diario. Yo he tenido la suerte de que aunque a veces ellos también lo estén pasando mal, siguen aquí, ayudándome”, concluye.
Sin duda, una auténtica lección vida de Juanjo, que quiere seguir estando en lo más alto junto a la selección de ciclismo paralímpico, deporte que ha recibido un gran impulso con el patrocinio de Cofidis.