Las interacciones entre alimentos y medicamentos, analizadas por 37 autores en un libro de referencia
Algunos principios activos de los fármacos pueden presentar interacciones con los alimentos, como es el caso de la metformina, usada para el tratamiento de diabetes, algunos antihipertensivos o medicamentos que actúan sobre el sistema nervioso, entre otros.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, a través de la Vocalía Nacional de Alimentación, y la Editorial Médica Panamericana han lanzado una nueva guía dirigida a profesionales sanitarios sobre interacciones entre alimentos y medicamentos (IAM) realizado por 37 autores, en el que a lo largo de 30 capítulos se detallan las IAM conocidas.
Un manual que pretende ser un texto de referencia para profesionales, con la intención de hacer comprensibles estas frecuentes interacciones: mecanismos de acción, valoraciones, atención farmacéutica, ideas clave, recomendaciones dietéticas, etc., que deben conocer los profesionales de la salud para su práctica diaria con los pacientes.
La realidad es que las IAM no se detectan con tanta facilidad como las interacciones entre unos medicamentos y otros, aunque su frecuencia es mucho mayor, al ser costumbre arraigada tomar los medicamentos con las comidas. Estas interacciones no siempre son importantes. Existen otros factores como las características propias de los medicamentos (margen terapéutico, formulación, vía de administración, etc.) y del propio paciente (edad, sexo, función hepática o renal, enfermedades concomitantes, etc.) que pueden agravar las posibles consecuencias de una interacción.
Es fundamental que el farmacéutico -y los demás profesionales de la salud relacionados con los alimentos y los medicamentos- cuenten con formación necesaria para conocer las principales IAM, de forma que tengan la capacidad de identificar un potencial riesgo y prevenirlos con las recomendaciones adecuadas. Concretamente, en la dispensación el farmacéutico debe comprobar que el paciente conoce toda la información sobre el medicamento que va a tomar. Esta información debe incluir las interacciones con otros fármacos o con los alimentos de la dieta. No debe olvidarse que algunas infusiones o complementos alimenticios pueden presentar también interacciones con medicamentos dependiendo de su composición.
El libro está estructurado en cuatro apartados que analizan: aspectos generales; interacciones en situaciones especiales -ciclo vital, obesidad, desnutrición, enteral y parenteral, etc.-; interacciones de los alimentos con los medicamentos de uso frecuente como pueden ser los anticoagulantes; y las interacciones de los medicamentos con otros componentes de la dieta como son las bebidas alcohólicas, el café o el tabaco, entre otros. La presentación de tablas, resúmenes y ejemplos recogidos en el texto agiliza también la consulta a profesionales sanitarios. También contiene un glosario de conceptos, enlaces de interés, índice analítico, resumen de IAM por principio activo, etc.
El vocal nacional de Alimentación, Aquilino García Perea, ha presentado la nueva guía al Pleno del Consejo General y ha manifestado que “esta publicación quiere contribuir activamente a mejorar los resultados terapéuticos de los tratamientos, aportando a farmacéuticos y demás profesionales sanitarios información útil y rigurosa a la hora de valorar y detectar interacciones en un paciente, a través de sus hábitos dietéticos y de estilo de vida. Un libro de obligada consulta para los profesionales de la salud: farmacéuticos, médicos, nutricionistas y cualquier profesional sanitario. En definitiva, un manual necesario para utilizar en el mostrador de la farmacia, en el laboratorio, en la consulta del médico o nutricionista, o en el hospital”.
Ejemplos cotidianos
Uno de los casos frecuentes de IAM es el uso de metformina, usado con frecuencia en pacientes con diabetes mellitus tipo 2. En estos pacientes debe cuidarse el uso de una dieta poco grasa y calórica, puesto que lo contrario reduce la tasa de absorción e incrementa los efectos adversos gastrointestinales.
Otro ejemplo es el de la levotiroxina sódica, para el tratamiento del hipotiroidismo, que siempre es recomendable administrar en ayunas y evitando alimentos ricos en fibra, soja y sus derivados, café y zumos de frutas, entre otros.
El consumo de alimentos ricos en tiramina, como los quesos curados, bebidas fermentadas y tofu, pueden provocar crisis hipertensivas conocidas como “reacción al queso” en los pacientes tratados con inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO). También es el caso del zumo de pomelo, el regaliz y alimentos ricos en potasio que deben consumirse de forma separada siempre de los antihipertensivos como los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA), por ejemplo.