Más del 60% de los pacientes en tratamiento para la depresión o ansiedad presenta problemas de adherencia al tratamiento
Se trata de una enfermedad que en España presenta una incidencia del 4%, afectando a cerca de 2 millones de personas. La Farmacia, un pilar en la detección, tratamiento y concienciación contra la depresión.
La depresión es un problema de salud mental que afecta de manera global a la persona que lo padece, -cerca del 4% de toda la población-, pero que también tiene graves repercusiones sociales.
En el caso de España, esa incidencia también se sitúa en torno al 4% de la población – 2 millones de personas aproximadamente- siendo más frecuente entre las mujeres, aumentando su prevalencia con la edad y alcanzando el pico máximo alrededor de los 65 años.
Actualmente se asume que no existe una causa única de este trastorno, sino que se trata de una enfermedad en la que concurren una serie de factores ambientales y biológicos. Además, generalmente, se puede identificar al menos un factor desencadenante relacionado con la experiencia vital del individuo como situaciones continuadas de estrés y ansiedad, de lo que tenemos amplios ejemplos de lo vivido durante la pandemia, o una situación socioeconómica precaria, como ocurre en las grandes crisis económicas.
La depresión se caracteriza por una serie de síntomas, entre los que predominan la tristeza, el pesimismo y la anhedonia o incapacidad para sentir placer, alegría o interés en situaciones que habitualmente producían estos sentimientos. Estas manifestaciones, unidas a la dificultad para la concentración, las alteraciones del sueño (tanto insomnio nocturno como fatiga o somnolencia durante el día), o los sentimientos de culpa, impactan en el desempeño cotidiano de la persona en el ámbito familiar, social y laboral. Las manifestaciones más extremas de estos síntomas son la ideación suicida y el intento de suicidio, que ha llegado a convertirse en la principal causa de muerte externa en España.
La labor desde las farmacias
En este contexto, la profesión farmacéutica tiene un firme compromiso en la lucha contra la depresión, especialmente en su detección temprana, en el apoyo a los pacientes durante su tratamiento, y en la concienciación de la sociedad sobre su incidencia, causas y efectos.
Prueba de ello es el conjunto de actividades que desarrolla la Organización Farmacéutica Colegial en relación con la depresión y con el conjunto de enfermedades vinculadas a la salud mental que, según la OMS, en 2030 serán la principal causa de discapacidad.
Concretamente una de ellas es un informe publicado con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, para promover el conocimiento sobre los problemas asociados con la salud mental. En dicho informe se detallan las principales características de esta enfermedad, haciendo especial énfasis en su farmacoterapia y en el importante papel asistencial que el farmacéutico puede ejercer.
Además otras actividades recientes del Consejo General en este ámbito es la campaña ‘Lumens: dar luz a la salud mental”, actualmente en desarrollo, y la acción ‘Adhvierte’, dentro de su programa Hazfarma, de la que ya se conocen los resultados.
La primera de ellas, llevada a cabo en colaboración con el laboratorio NEURAXPHARM, tiene como objetivo potenciar el papel de los farmacéuticos y de las farmacias comunitarias en el abordaje de la salud mental, mejorando su formación a este respecto y proporcionándoles las herramientas necesarias para la detección de las primeras señales y posterior derivación de los pacientes a los servicios especializados.
Estudio de campo
Respecto a la segunda iniciativa, ‘Adhvierte’ de Hazfarma, se trata de un estudio realizado en el primer semestre de 2022, con la participaron de más de 1.800 farmacéuticos de toda España, y dirigido a prevenir la falta de adherencia de pacientes en tratamiento para la depresión o la ansiedad. Entre los datos que reveló, destacan que más del 60% de dichos pacientes presenta problemas de adherencia y que entre las causas más habituales de abandono están: el olvido (15,69 %), la falta de compresión tanto de la enfermedad como del propio tratamiento (14,58 %), creer que el medicamento no está siendo efectivo (9,80 %), y el miedo a generar dependencia al mismo (9,04%)