Trotando hacia la inclusión
Integrar social y laboralmente a las personas con discapacidad a través de terapias ecuestres es el objetivo de la Fundación MHG, que mañana realiza el I Curso de Introducción a las Terapias Asistidas por Caballos, en el Centro La Abadía de Guadarrama (Madrid).
Además de su porte, belleza e histórica vinculación al ser humano, el caballo es un excelente vehículo de terapia para personas con discapacidad, tanto para su inclusión social como laboral.
Desde esta filosofía, en 2007 se creó la Fundación MHG, una entidad que desarrolla terapias ecuestres y de ocio con caballos en el el Centro Ecuestre “La Abadía”, ubicado en el término municipal de Guadarrama y en pleno Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama, en Madrid.
En estas instalaciones adaptadas para que cualquier persona con discapacidad pueda participar en las actividades programadas y disfrute del entorno natural privilegiado que se encuentra a unos pasos de Madrid, la Fundación MHG desarrolla la Intervención Asistida con Caballos (IAC), un tratamiento terapéutico complementario capaz de conseguir nuevos estímulos adicionales a los logrados con tratamientos tradicionales.
En ese contexto, este fin de semana, en colaboración con Plena Inclusión Madrid, la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Rey Juan Carlos, se celebra el I Curso de Introducción a las Terapias Asistidas por Caballos.
Mejorar la calidad de vida
Según explican en esta Fundación, un caballo al paso transmite al jinete entre 90-110 impulsos por minuto en una serie de oscilaciones tridimensionales como son avance y retroceso, elevación y descenso, desplazamiento y rotación.
Además, estos animales transmiten calor y un patrón de locomoción similar a la marcha humana en bipedestación. Todo ello, hace que esta intervención aproveche las cualidades del equino como elemento rehabilitador para la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidad.
En ese sentido, el paseo a caballo provee una entrada sensorial a través del movimiento variable, rítmico y repetitivo. La respuesta del movimiento resultante en el paciente es semejante a los movimientos humanos de la pelvis cuando se anda. La variabilidad de la marcha del caballo posibilita, terapéuticamente, el grado de sensaciones que recibe el paciente, que responde, “de manera entusiasta, a esta experiencia de aprendizaje divertida y muy motivadora en un medio natural”.
No obstante, desde la Fundación MHG consideran imprescindible, a la hora de iniciar un programa de trabajo, contar con el diagnóstico previo del paciente y una autorización de un facultativo médico que informe de que no existe contraindicación para el desarrollo de estas terapias.
Superar las inadaptaciones
Evaluada su situación, se planifica un esquema de trabajo que permita la consecución de unos buenos resultados, definiendo la estrategia terapéutica más adecuada y organizando las sesiones (ejercicios, actividades, juegos…) y los materiales que se van a utilizar en función de los objetivos planteados.
Según esta entidad, las terapias ecuestres son un proceso formativo, integral, flexible y dinámico que corresponde a diversas actividades pedagógicas y rehabilitadoras, que exige una aplicación personalizada y que pretende la total integración social de la persona, superando sus diferencias e inadaptaciones y procurando el máximo desarrollo y autonomía personal.
La duración de las sesiones es muy variable dependiendo de la patología de cada paciente, si bien generalmente son 40 minutos por sesión, aunque para que existan beneficios debe plantearse un programa terapéutico a largo plazo.
El proyecto de la Fundación MHG incluye en la sesión no sólo el ejercicio a lomos del caballo, sino que se suman talleres de actividades educativas complementarias relacionadas con el animal y la naturaleza, como limpieza de caballo, paseo al campo para observar determinados cambios, atención al comportamiento del caballo o relación con el entorno.