El riesgo de los esmaltes permanentes
Los profesionales de la Podología alertan de que el abuso de esmaltes permanentes puede provocar alteraciones y daños irreparables en las uñas. El 7% de la población presenta intolerancia a los compuestos de los pintauñas.
El Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos (CGCOP) ha alertado de que el exceso de esmaltes permanentes puede provocar alteraciones y daños irreparables en las uñas. Según el secretario general del CGCOP, Juan Dios, “dificultan la transpiración, dañan la lámina ungueal y hacen que la uña se haga más fina, pierda brillo y se rompa con más facilidad”.
En los últimos años se está dando más importancia a la estética de las uñas de los pies, con la popularización de esmaltes permanentes. Con la llegada del verano y la intención de lucir unos pies bellos, esta institución ha advertido de los problemas del abuso de estos esmaltes que pretenden mantener intacto el color de las uñas más tiempo. “Los profesionales de la Podología no nos oponemos a los esmaltados esporádicos, pero es importante dejar descansar las uñas y no llevarlas siempre pintadas”, afirma la presidenta del CGCOP, Elena Carrascosa.
La pérdida de brillo y las roturas se producen al pulir la lámina ungueal para dejarla porosa y facilitar así la adhesión de las capas de gel, que se aplican para dar forma y endurecer las uñas. Pasadas dos o tres semanas se retira el gel y el esmalte mediante un nuevo limado y el uso de acetona concentrada. Tras este proceso, las uñas se debilitan, pierden grosor, son más propensas a la ruptura y pueden sufrir la aparición de manchas amarillas y granulomas de queratina (manchas blancas), además de infecciones por hongos, explican los podólogos.
Este tipo de lacas, al ser más duraderas, impiden el crecimiento natural de las uñas. “Los esmaltes permanentes o semipermanentes son perjudiciales para las uñas de los pies: pueden provocar numerosos problemas, incluso, la pérdida de las uñas, debido a que generan una oclusión total de la uña y esto causa la aparición de infecciones por bacterias u hongos, que hacen que la uña se ablande y se despegue”, ha asegurado Elena Carrascosa.
Incremento con el verano
En verano, el problema aumenta, porque los pies se llevan más a la vista, lo cual incrementa los tratamientos estéticos y, además, el calor y la humedad crean una capa húmeda entre el esmalte y la uña que propicia la aparición de hongos. Algunas señales que pueden mostrar la presencia de hongos son la aparición de rugosidades en las uñas, el aumento de sudor y piel escamada entre los dedos, un cambio de color en las uñas o en los dedos y la aparición de mal olor o pequeñas ampollas.
Según los expertos, algo que nos encontramos a comienzos del verano, son uñas que amarillean y se debe, en muchos casos, al abuso de esmaltes que no permiten a la uña respirar: hay que evitar llevarlos durante mucho tiempo, nunca más de 15 días, si no se quiere perjudicar la salud de la uña.
Conviene fijarse bien en el origen y en la composición del esmalte. La regulación europea prohíbe la elaboración de cosméticos formulados con el llamado “trío tóxico”: el tolueno, el formaldehído y el ftalato de dibutilo. “Comprobar la composición es imprescindible, ya que estas sustancias se relacionan con trastornos reproductivos, lesiones en el sistema nervioso e incluso cáncer. Por tanto, se aconseja comprobar siempre el origen y los ingredientes del esmalte”, afirma la presidenta del Consejo de Colegios de Podólogos.
Eccemas como síntomas
Alrededor del 7% de la población presenta intolerancia a los compuestos de los pintauñas. Las personas que padecen esta alergia presentan distintos síntomas en forma de eccema.
Las lacas ungueales y geles cada día son más duraderos y, por lo tanto, más duros. Cuando los aplicamos, creamos una capa cerrada sobre la uña sin dejar el curso natural de su crecimiento. Estos productos son químicos y se usan con adhesivos para prolongar su duración, por lo que aún son menos adecuados en uñas alteradas.
Protección para la uña
La vicepresidenta del Colegio de Podólogos de la Comunidad Valenciana, Maite García, recomienda “utilizar, antes de la aplicación de cualquier esmalte, una base protectora incolora para que la uña no absorba el pigmento, quitar la laca de uñas con un producto específico a los pocos días de pintarlas y nunca aguantarlas hasta que el esmalte vaya desapareciendo para luego rascarlo”.
Por otro lado, “con las uñas de porcelana o derivados se alargan las uñas de forma irreal y se pone más peso a la lámina ungueal. Evidentemente, esto no es natural y su uso prolongado puede cuartear la uña”, ha afirmado la vicepresidenta del Colegio de la Comunidad Valenciana.