Cáscaras Vacías, la obra de teatro que demuestra que todo es posible
Hasta el próximo 12 de noviembre los espectadores podrán ver esta obra producida por el Centro Dramático Nacional y Lazona en el Teatro María Guerrero que versa sobre las aberraciones que sucedían en el Castillo de Hartheim donde se encontraban las personas con discapacidad.
Nos encontramos en Alemania, entre los años 1939 y 1945, concretamente en el Castillo de Hartheim donde los nazis exterminaban a las personas con discapacidad física o psíquica dentro de las cámaras de gas. Este es el contexto histórico en el que se desarrolla la obra Cáscaras Vacías, un espectáculo teatral protagonizado por actores con discapacidad.
Patty Bonet, Ángela Ibáñez, Raúl Aguirre, Natalia Abascal, Jesús Vidal y David Blanco son los encargados de poner esta obra sobre el escenario bajo la dirección de Magda Labarga y Laia Ripoll. Este proyecto que nace del certamen Una Mirada Diferente, organizado por el Centro Dramático Nacional, quiere mostrar las aberraciones que hacían los alemanes con la gente con discapacidad durante la Segunda Guerra Mundial.
“Es la primera obra que demuestra al mundo que todo es posible. No hace falta tener una voz ni un físico perfecto. Puedes hacer un espectáculo maravilloso y emocionante y que la gente empatice con lo que se está contado”, explica Ángela que está muy orgullosa de poder formar parte de esta obra 100% accesible, ya que debido a su discapacidad auditiva no había tenido la oportunidad de participar en una obra de teatro que no fuera para personas con esta diversidad.
“He estado en una compañía de sordos para público sordo, pero mi sueño siempre ha sido actuar como actriz profesional. Gracias al taller de Una Mirada Diferente he cumplido mi sueño”, dice la actriz que añade que debería ser normal encontrarse a una persona sorda en cualquier serie de televisión o teatro. “En una conferencia TED expliqué que en España hay 1.064.000 personas sordas o con discapacidad auditiva, es decir, un 2,3% de la sociedad española. Un sordo puede participar en una película o interpretar a una de las hijas de Bernarda Alba. Hay un porcentaje de la población en el que es normal que haya una persona con discapacidad en una familia”, concluye.
Asimismo, los actores dicen que la obra no sólo les ha hecho crecer como profesionales, sino también en su vida personal. “Prácticamente Cáscaras Vacías es mi vida. He mejorado mucho la manera de interactuar con los compañeros y conmigo mismo a través de mi cuerpo y he alcanzado otras metas, como rodar la película ‘Campeones’ con Javier Fesser”, manifiesta Jesús que da vida en la obra a Hans Klischman.
También es el caso de Raúl, que además de dedicarse al teatro ha escrito un libro, ‘La cabeza del Rinoceronte’, y trabaja en un taller de pintura, de ahí que todos los dibujos que salen en escena los haya creado él. “Me siento muy orgulloso de trabajar con todo este equipazo y quiero agradecer a David y a Ángela que me enseñen lengua de signos”, dice el actor.
Una obra que ha cambiado a todos
Uno de los éxitos que tiene esta obra, que está en cartel por segundo año consecutivo en el Teatro María Guerrero, es debido a la profesionalidad de los actores, que como indica la directora Laia Ripoll “nos quedamos tan impresionadas con el nivel actoral que nos apeteció mucho meternos de lleno con el tema que contamos en la obra debido a su fragilidad”.
Gracias a la delicadeza y la integración que se ha hecho de aspectos personales de cada actor en la obra, la misma ha sido un ejemplo de superación para cada uno de los componentes del equipo. En el caso de Patty, el taller de Una Mirada Diferente le proporcionó la oportunidad de abrirse camino en el ámbito teatral ya que hasta ahora, debido a su visibilidad reducida, había tenido que mentir en algunos castings para que la seleccionaran.
“Fui a un curso de cámara y me dijeron que si no me podía operar el movimiento de ojos. Necesitamos cambiar mentalidades. Y por ello creo que esta obra esta una iniciativa pionera, ya que trata temas de discapacidad y se encuentra en la programación regular del CDN. También que Lazona se haya atrevido a llevarnos de gira, porque sabemos que es difícil vender el espectáculo. Aún no conciben que somos actores que estamos haciendo un trabajo profesional”, incide Patty.
Para Natalia Abascal también ha sido un reto porque es la primera vez que hacía una obra de teatro. “He hecho varias películas con mi hermana Silvia Abascal. La primera fue Vida y Color, pero después también he salido en Hospital Central, en un anuncio de Caja de Madrid y en el programa ¿Qué fue de Jorge Sanz?”, dice Natalia que agradece mucho a su hermana todos los consejos que le ha dado en su vida.
Y para David también ha sido un reto porque, como él dice, “aunque soy el único actor que no tiene discapacidad no me siento más capacitado que ellos. Como dice Patty, cada uno tenemos lo nuestro”. Este bailarín que se encarga de los números artísticos se ha superado al mezclar la lengua de signos con la danza, una fusión que le ha llevado a crear un recurso nuevo en esta gran obra que estará hasta el próximo 12 de noviembre en el Teatro María Guerrero.