Dermatitis atópica, una de las patologías de la piel más frecuentes, sobre todo en la infancia
Claves del cuidado de esta patología, que afecta a 2 de cada 10 niños y que, pese a que tiende a desaparecer, en los casos en los que permanece, suele revestir mayor gravedad en adultos.
Con la llegada del otoño las personas con pieles atópicas tienden a ver cómo su problema se acentúa y aquellos que habían pasado un verano más o menos tranquilo -gracias a los beneficios de la exposición solar- vuelven a sufrir los síntomas de una enfermedad que no da tregua.
La dermatitis atópica es una disfunción de la barrera cutánea que se caracteriza por el eczema, el prurito, el engrosamiento de la epidermis y la sequedad. Sólo la constancia en los cuidados y el tratamiento permiten reestablecer la barrera cutánea, reducir o hacer desaparecer las lesiones y con ello controlar el intenso que picor al que se asocian.
Dentro de la campaña “En la piel de la enfermera”, puesta en marcha por el Consejo General de Enfermería y CERAVE con el objetivo de potenciar la formación enfermera en el cuidado y prevención de las afecciones de la piel, ambas entidades, han lanzado una campaña para incidir en los principales cuidados de las pieles atópicas.
La iniciativa recoge los cuidados esenciales que deben seguir las personas con pieles atópicas, algunos relacionados con su higiene y cuidado diarios, como la hidratación dos veces al día con un emoliente adecuado y sin perfume y otros asociados a cuestiones como el tipo de ropa, el hogar o el estilo de vida.
En este sentido, María Cruz Pérez Llorente, de la Unidad de Dermatología y Venerología del Hospital Río Hortega de Valladolid, hace hincapié en que “la constancia es esencial cuando hablamos de dermatitis atópica. La hidratación debe ser diaria, las duchas cortas y con agua tibia y hay que evitar frotar la piel. Por ello, hay que evitar el uso de esponjas y para secarse, por ejemplo, recomendamos emplear toallas de algodón y hacerlo a pequeños toques, sin fricción”.
Picor intenso
Uno de los síntomas más molestos que sufren estos pacientes es el del picor que llega a ser muy intenso y desemboca en el rascado de la piel y en un picor aún mayor, generando una espiral de la que es difícil salir y puede desembocar en lesiones que llegan incluso a infectarse. Para romper con esta espiral, apunta Guadalupe Fontán, del Instituto de Investigación Enfermera del Consejo General de Enfermería, debemos “recurrir siempre al tratamiento farmacológico que se haya prescrito por el profesional sanitario y nunca automedicarse”. Además, se recomienda utilizar productos hidratantes que sean emolientes y conservarlos en la nevera -puesto que el frío contribuye al alivio-, y técnicas como la del pijama húmedo o la aplicación de vendas mojadas.
Para Álvaro González Cantero, dermatólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y del Grupo Pedro Jaén, “la formación de los pacientes y de sus padres, cuando hablamos de niños, es fundamental para conseguir el correcto control de la enfermedad. Muchas veces, cuando nos llega un paciente nuevo que ya ha probado varios tratamientos y no sabe qué hacer, la clave no está tanto en cambiar el tratamiento como en que sepa cómo y cuándo debe aplicarlo y conozca los cuidados que pueden ayudarle. Para ello, es fundamental contar con enfermeras expertas que les expliquen paso a paso estos cuidados, resuelvan sus dudas y les ayuden a incorporarlos a su día a día”. De hecho, asegura que, “en el caso de los niños, por ejemplo, con una información adecuada, una buena hidratación y algún antiinflamatorio tópico conseguimos controlar la mayor parte de los casos”.