Los estudiantes con discapacidad temen que la pandemia supondrá un retroceso en su inclusión social y laboral
Solo un 1,9% de los jóvenes con discapacidad tiene estudios universitarios, frente al 11,9% general. El 44% de ellos encuentra barreras para acceder y/o cursar sus estudios.
Este mes ha dado comienzo el curso más atípico de la historia. De forma escalonada, híbrida y con mascarilla, los estudiantes vuelven a unas aulas -o se estrenan en ellas- muy diferentes a las habituales.
Para saber cómo repercuten estas nuevas medidas en los estudiantes con discapacidad, la Fundación Adecco ha realizado una encuesta de la que se desprende con claridad que pese a que la mayoría (93%) coincide en que las medidas de distanciamiento social son necesarias para contener al virus, casi 6 de cada 10 (58%) teme que, como efecto colateral, supongan también un retroceso para la plena inclusión social y laboral de las personas con discapacidad.
Los que así opinan creen que la distancia física podría convertirse en “distancia psicológica”, reforzando el aislamiento y dificultando la interacción de las personas con discapacidad con el entorno, dificultando la normalización.
Según Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, “detrás de toda crisis económica hay un riesgo de retroceso en lo social. Hemos de aprender del pasado y mirar al futuro con el horizonte puesto en la Agenda 2030, de modo que las personas que ya atravesaban dificultades antes de la pandemia no se conviertan en víctimas dobles. En lo que respecta a los estudiantes con discapacidad, resulta necesario encontrar caminos seguros, virtuales o presenciales (tomando las debidas precauciones) para garantizar su socialización, de modo que no se paralice, en un momento vital tan importante, el desarrollo de soft skills como la capacidad de escucha, el espíritu colaborativo o las habilidades de comunicación, que hoy son esenciales para ser empleables en el corto, medio y largo plazo”.
Frente al 58% que considera que se producirá un retroceso, un 32% cree que la COVID-19 no tendrá ningún impacto en la plena inclusión de las personas con discapacidad, mientras que solo un 10% opina que repercutirá positivamente, ante una apuesta por lo digital que minimiza las barreras arquitectónicas y un refuerzo de la empatía y el espíritu integrador.
Datos de inclusión alarmantes
Solo uno de cada diez menores de 25 años con discapacidad tiene empleo y existe un importante desfase en el nivel formativo que dificulta sus oportunidades profesionales. Así, una cifra residual de jóvenes con discapacidad (1,9%) tiene estudios superiores, frente al 11,9% general, mientras que el 27,4% se queda en los estudios primarios, cifra que desciende al 8,4% entre la población sin discapacidad de esta franja de edad.
El nivel formativo es un factor decisivo a la hora de garantizar el acceso al mercado laboral, cumpliéndose la premisa de a mayor nivel de formación, mayor ocupación y menor desempleo. La menor formación de los jóvenes con discapacidad, se ve, además, agravada por importantes prejuicios y estereotipos sociales que frenan su acceso al empleo, a juicio de Mesonero.
“En este desfase formativo influyen barreras físicas, psicológicas, económicas, digitales o cognitivas que dificultan el acceso de las personas con discapacidad a la formación, particularmente cuando se trata de estudios superiores”.
Las barreras
En concreto, cerca de la mitad de los encuestados (44%) encuentra obstáculos en su formación: un 65% de los que así responde destaca las barreras psicológicas, indicando que, en general, existe gran desconocimiento del equipo docente y el alumnado a la hora de dar respuesta a las necesidades específicas de las personas con discapacidad.
Por su parte, un 33% encuentra barreras físicas y/o arquitectónicas, un 25% apunta dificultades económicas – insuficiente poder adquisitivo para costear sus estudios-, seguidos de un 20% que destaca la brecha digital -falta de accesibilidad o desconocimiento a la hora de manejar las nuevas tecnologías- como grandes obstáculos para acceder y/o cursar sus estudios-. Por último, un 13% destaca otras barreras, siendo una de las más señaladas la de índole cognitivo (mayores dificultades en el proceso de aprendizaje).